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miércoles, 3 de agosto de 2016

EL SECTOR DE LA ALIMENTACION EN LUCHA PARA EVITAR EL DESPERDICIO DE COMIDA

 
España está lejos de poder presumir de ser un país donde el desperdicio alimentario es inexistente. Aunque los datos del Ministerio de Agricultura indican que la cantidad de comida que ha acabado en la basura se ha reducido un 2,3% en el último otoño invierno en comparación con el mismo periodo del año anterior, nuestro país sigue siendo el séptimo de la Unión Europea que más alimentos arroja a los vertederos. De momento le ganan Reino Unido, Alemania, Holanda, Francia, Polonia e Italia. Más noticias en la revista gratuita elEconomista Alimentación

Todos ellos tiran a la basura más de 7,7 millones de toneladas de alimentos cada año, que es la cantidad que el Ministerio baraja para España. Aunque a ese total contribuyen todos los eslabones de la cadena ?industria, comercio y hostelería-, es el consumidor español el que hace un peor uso de los alimentos que se lleva a casa.
 
Cada año, según el Ministerio de Agricultura, los hogares españoles tiran a la basura 1.325 millones de kilos de comida, lo que equivale a 25 millones de kilos a la semana. De esa cantidad, el 80% corresponde a alimentos que no han sido procesados, especialmente frutas, verduras, carnes, pescados y pan, y el 20% restante a los que sí lo han sido.
 
El desastre es de tal envergadura que el 78% de los hogares confiesa tirar fruta, el 59%, pan, el 42%, comidas preparadas, el 40%, carnes y lácteos, y el 36%, pescados. Así lo revela el último informe de la plataforma de estudios de compra de Aecoc (Aecoc Shopperview).
 
De ese documento ?Hábitos de aprovechamiento de la alimentación en los españoles- también se desprende que son los hogares unipersonales y especialmente los de hombres y jóvenes de entre 25 y 40 años los que más comida tiran a la basura. Desafortunadamente, no son los únicos.

Razones para el desperdicio

En general los consumidores españoles acaban echando comida al contenedor de basura especialmente por no llevar a cabo un buen control de los productos que tienen en su despensa y por no revisar lo que tienen en su nevera con asiduidad.
 
Otra de las razones para que el desperdicio en los hogares sea tan importante es que no se planifica el gasto y hay una falta de previsión en lo relativo a qué hacer para comer o cenar en los días posteriores a la compra.
 
A éstos, según la plataforma de Aecoc, se añaden otros. La falta de tiempo y el desconocimiento culinario hace que en muchos hogares aprovechar las sobras, incluidos muchos caldos y muchas salsas, sea casi misión imposible.
 
Sobre todo, cuando el consumidor somete a los alimentos a juicios que tienen que ver con el aspecto y el olor. Así, si para los productos frescos, especialmente para las frutas y las verduras, el consumidor se basa en el aspecto externo para decidir si lo puede comer o no, en el caso de las conservas, los lácteos, los zumos, las salsas, las carnes y los pescados, lo que determina esa decisión es el olor. Eso sí, muchos productos también acaban en el vertedero cuando tras pasar la exploración visual y olfativa su sabor no convence al consumidor. Pese a que este examen casero puede fallar con frecuencia, los hogares españoles suelen fiarse más de su propio dictamen que de las fechas de caducidad o de consumo preferente referenciadas en los alimentos.
 
Es más, aunque la fecha de caducidad indica el día máximo para consumir ese producto, ya que una vez superada el producto en cuestión no está en condiciones de ser consumido, sólo el 16% de los encuestados por Aecoc hace realmente caso de ese límite. En el caso de la fecha del consumo preferente, el porcentaje de los consumidores obedientes es aún mucho menor. Sólo el 5% tira los productos que tiene en su nevera o despensa que han superado esa fecha.

Categorías y productos

Por categorías, la pasta, el arroz, las legumbres y los lácteos son los productos que más se siguen consumiendo en los hogares españoles cuando sus fechas de consumo preferente o de caducidad han expirado.
 
Por productos, los que menos tienen que vérselas con el desperdicio, independientemente de las fechas de caducidad, consumo preferente o juicio del consumidor, son los zumos, los refrescos, el vino, la cerveza, los huevos y los snacks salados como patatas, aceitunas o frutos frescos.
 
En términos generales, sólo el 15% de los hogares asegura no tirar nunca nada a la basura. Por Comunidades Autónomas, entre las que menos despilfarran están Andalucía, Valencia y Galicia -donde culinariamente hay más cultura de aprovechar sobras-. En el polo opuesto, entre las que más comida tiran se encuentran Madrid y País Vasco.
 
De hecho, los datos de Aecoc también demuestran que son los hogares de las capitales y grandes ciudades los que más papeletas tienen para acabar tirando comida ya que cuando van al súper terminan comprando más de lo que esperaban. Junto a éstos se encuentra el colectivo que Aecoc denomina generadores de desperdicio alimentario (foodwaste generators) y que a su juicio tienen un gran riesgo de desperdiciar alimentos ya que suelen ser los más sensibles a las promociones y los menos calculadores a la hora de cocinar y revisar tanto nevera como despensa. Eso sí, aunque estos consumidores existan la crisis económica ha hecho que se tome más conciencia del desperdicio alimentario tanto a la hora de cocinar y almacenar productos en la despensa como en el momento de la compra.

La responsabilidad del comercio

De ahí que las cadenas de distribución que operan en nuestro país hayan apostado por súper de proximidad para que los consumidores puedan acudir con más frecuencia y ajustar los volúmenes de sus compras a sus necesidades a corto plazo. Una medida con la que el comercio trata de luchar contra el desperdicio alimentario, al que se le atribuye el 5% del total -el 15% se le atribuye a la hostelería y el 39% a la industria-.
 
Otra de las soluciones por las que la distribución apuesta para reducir esas mermas es aplicar una mayor rotación al producto para que no se quede en un rincón de la tienda, conservar los alimentos a la temperatura adecuada y, a veces, bajar precios cuando el producto esté llegando al final de su vida.
 
Además entregan productos para uso de alimentación animal, hacer compostajes en huertos y, antes de que se deterioren, a los bancos de alimentos.
 
Los datos de Asedas (Asociación de Cadenas de Supermercados) cifra en 1.300 las toneladas que las empresas englobadas en su estructura donan a los bancos de alimentos que operan en España.

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