Hay distintas formas de fabricar inflación. Una de ellas pasa por abaratar la divisa. Si se deprecia su valor, será más caro importar los productos que se compren en otras monedas y, por tanto, los precios subirán. El propósito estará conseguido: se habrá fabricado inflación. El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, se ha comprometido a eso, a que los precios repunten para desterrar la amenaza de la deflación -caída general de los precios-. Y ha emprendido una batería de medidas que, entre otras consecuencias, está depreciando el euro mes tras mes.
¿Se están dejando notar estos descensos de la divisa europea en los precios? En España han comenzado a verse ya los primeros signos de esa influencia en el Índice de Precios al Consumo (IPC) de marzo. Según acaba de confirmar el Instituto Nacional de Estadística (INE), el IPC registró en marzo su mayor subida mensual desde abril de 2014: un 0,6%. Este incremento propicia que la tasa interanual, aunque permanece en negativo por noveno mes consecutivo, se modere al -0,7%, frente al -1,1% de febrero.
Tanto los datos mensuales como los interanuales se encuentran muy ligados al comportamiento del petróleo... y del euro. En marzo, la subida del 4,8% marcada por los combustibles y los carburantes provocó que los precios del transporte fueran los que más contribuyeran al repunte mensual del IPC, con un encarecimiento del 2,2%.
Pero el matiz de este repunte reside en que en marzo, y en contra de lo que puedan indicar estos datos, el precio del petróleo bajó con respecto al mes anterior. En febrero de este año, el barril Brent, de referencia en Europa, mostró una media de 58,8 dólares; en marzo, esa media se redujo hasta los 56,9 dólares.
¿Cómo es posible, entonces, que los combustibles hayan subido de un mes para otro si el petróleo ha descendido en el mismo periodo? Porque, en paralelo, el euro se ha depreciado más contra el dólar de lo que el crudo ha bajado. Así, el precio medio del Brent en euros se situó en febrero en los 51,8 euros y en marzo, en los 52,6 euros. O lo que es lo mismo, en un contexto en el que el petróleo ha atemperado o enfriado su descenso, cualquier depreciación adicional del euro se traduce en un encarecimiento de los carburantes que se traslada al bolsillo de los consumidores.
Más allá del transporte, que es el grupo que más influyen tanto en la caída interanual como en el repunte mensual, la llegada de la primavera y la proximidad de la Semana Santa también dejaron su huella en el aumento mensual de los precios. Así, la llegada de la temporada de primavera-verano causó un incremento mensual del 4,3% en los precios del vestido y el calzado. Los grupos de ocio y cultura (+0,8% mensual) y hoteles, cafés y restaurantes (+0,3) contribuyeron igualmente a la subida del IPC en marzo.
La subyacente sigue en positivo
Los datos del mes pasado rebajan, por tanto, los temores deflacionistas. Así lo refleja la tasa interanual, puesto que ese -0,7% es el dato más alto desde noviembre, y también el IPC subyacente, que prescinde de los productos energéticos y los alimentos frescos por su mayor volatilidad. En marzo, y por tercer mes consecutivo, se han mantenido en el 0,2%, con lo que permanecen en terreno positivo.
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