El mundo hospitalario parisino se ha visto conmocionado
por el suicidio del doctor Jean-Louis Mégnien, un conocido cardiólogo del
hospital Georges Pompidou de la capital. Padre de cinco hijos, de 54 años,
aficionado a la aviación deportiva y descrito por sus compañeros como persona
de carácter jovial e incluso “juerguista”, Mégnien se tiró por la ventana de su
despacho, en la séptima planta, un 17 de diciembre. De este modo, ponía así fin
a una crisis depresiva, vinculada a las condiciones de trabajo en el hospital.
El 21 de mayo un profesor de instituto de la ciudad de
Amiens (noroeste) de 40 años, Frédéric Legris, protagonizó un drama aún más
sobrecogedor: se colgó de un árbol tras haber ahorcado a su propio hijo de seis
años en un bosque de Oresmaux, al sur de Amiens. También en ese caso se ha
especulado con una crisis laboral.
¿Qué ocurre en el mundo del trabajo que está destruyendo
a tanta gente exhausta por ese
agotamiento profesional físico y
psíquico que en inglés se conoce como burn out? Los expertos consultados
dibujan una situación que va mucho más allá de los problemas psíquicos
personales y se refieren a un verdadero problema social central que afecta a
todas las categorías profesionales, especialmente desde los años noventa,
cuando se produjo una “intensificación del trabajo”.
Para la psiquiatra Marie-Hélène Braudo, de la asociación
contra el sufrimiento laboral 24 Millones de Asalariados, de París, el problema
parte de la mentalidad del “todo es posible” que se ha impuesto en el medio
laboral, donde las nuevas tecnologías y el “perverso despotismo
administrativo”, con sus relaciones de poder crean un “ambiente sin límites” en
el trabajo en el que todo es, o debe ser, posible. El resultado es que la mula
sobrecargada se acaba desplomando.
En Francia este fenómeno tiene un coste de entre 800 y
1.600 millones de euros anuales, según la estimación del Instituto Nacional de
Investigación y Seguridad para la prevención de enfermedades y accidentes
laborales (INRS), un organismo de la seguridad social.
“El 22% de las declaraciones de ineptitud laboral
expedidas en el 2015 han estado relacionadas con sufrimiento en el trabajo”,
explica la doctora Marianne Paul, del servicio de salud de la región de Brest,
en Bretaña.
Los médicos responsables de cursar las bajas por
agotamiento laboral dan fe de un fenómeno apenas conocido hace diez o veinte
años y que añade otros elementos a la cuestión: “pacientes que sufren
verdaderos problemas de salud y que piden cualquier cosa menos una baja
temporal, por temor a ser mal vistos, sancionados o despedidos”, señalaba
recientemente una investigación del diario católico La Croix.
“Trátese de jóvenes en su primer empleo, en plena
actividad, o veteranos, ya no podemos más de esta salvajada que rompe las
solidaridades, que nos aísla y nos atemoriza, entre el miedo de perder nuestro
trabajo, la sumisión a la que nos vemos obligados y la misma desorganización
del trabajo, constatamos día tras día, año tras año, un atentado creciente al
trabajo y a los seres humanos”, señala la asociación parisina 24 Millones de
Asalariados, que apunta a una “guerra económica” que, “en nombre del beneficio
por el beneficio, de la rentabilidad y de la competitividad, extiende su
empresa gestionaria”.
Pero el sufrimiento no es sólo consecuencia de una
administración irracional, estúpida, o particularmente despótica. El caso de la
empresa France Telecom, la primera empresa de telecomunicaciones francesa, que
ahora se llama Orange, demuestra que el burn out puede ser también una
estrategia.
Entre el 2008 y el 2009 trabajar en France Telecom, una
empresa de 110.000 empleados, se convirtió para miles de ellos en un verdadero
calvario. Pero era un calvario inducido. Originariamente una empresa pública
del servicio nacional de correos (PTT), el gigante fue privatizado en el 2004.
El Estado perdió la mayoría en el accionariado. Una nueva dirección, atosigada
por la competencia entre las grandes empresas del sector, emprendió un plan de
reconversión. Había que quitar de en medio a 22.000 empleados y recolocar a
otros 10.000, así que a muchos se les hizo la vida imposible. 35 cuadros de
France Telecom se suicidaron en dos años, otros 12 lo intentaron. Tras siete
años de investigación, la Fiscalía francesa pidió a principios de julio que se
procese a esta empresa y a ocho de sus cinco altos directivos de la época. Es
un caso sin precedentes que podría sentar al burn out en el banquillo.
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