La recuperación económica es una realidad. España suma tres
años consecutivos creciendo por encima del 3%. La mejoría económica no ha
llegado a todos los españoles y ello se refleja claramente en los datos de
paro, pero también en la pérdida de la importancia de los salarios en la
riqueza total. La estadística del INE muestra que, en 2017, la suma de todos
los sueldos pagados en España –incluyendo las cotizaciones– ascendió a 550.272
millones, un 3,3% más. Sin embargo, el peso de los salarios en el conjunto de
la economía cayó hasta el 47,3% del PIB, el menor nivel desde 1989. Dicho de
otra forma, la parte de la riqueza del país que se destina a pagar nóminas se
sitúa en el porcentaje más bajo de los últimos 30 años.
El peso que pierden las nóminas lo gana el “excedente de
explotación bruto y la renta mixta bruta”, cuya participación en el PIB suma el
42,45%, un nivel superior a los porcentajes previos a la crisis económica. Bajo
este epígrafe se incluyen las rentas del capital, pero no solo. En la
metodología del INE, el excedente bruto de explotación y la renta mixta bruta
contempla el beneficio de las empresas públicas y privadas, el pago de
intereses, la amortización de los factores de producción como la maquinaria,
los alquileres, la renta imputada a los propietarios de inmuebles o los
beneficios de los autónomos.
Con los datos del INE de contabilidad nacional disponibles
hasta la fecha no se puede aseverar que los salarios pierden peso en 2017
porque lo ganan los beneficios empresariales. Aunque los datos del Banco de
España sí reflejan que las ganancias de las compañías aumentan a ritmos
superiores a los salarios.
Resulta innegable que las rentas de los asalariados han sido
una de las grandes perdedoras de la crisis. Y por varios motivos. En primer
lugar, la recesión golpeó con virulencia el mercado de trabajo, lo que se
tradujo en un aumento del paro, que llegó a alcanzar los 6,3 millones de
desempleados. Los que mantuvieron el empleo tuvieron que hacer frente a una
devaluación salarial. España ha ganado competitividad a costa de contener el
gasto en el factor trabajo. Y, además, los asalariados tuvieron que soportar a
partir de 2012 la mayor subida del IRPF, que se mantuvo hasta 2015.
El ajuste, por lo tanto, fue muy severo para trabajadores.
La recuperación se está traduciendo en creación de empleo a un ritmo de medio
millón anual. Es factible, como promete el Gobierno, volver a los 20 millones
de asalariados al final de la legislatura, en 2020. La mejoría económica, sin
embargo, no se refleja en las retribuciones. El propio Gobierno de Mariano
Rajoy insiste a las empresas que ha llegado la hora de subir los salarios. Un
incremento de las retribuciones también contribuiría a mejorar la
sostenibilidad de las pensiones. “Que tomen nota las empresas”, dijo el
ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, el pasado viernes al firmar un
incremento salarial de hasta el 8,8% para los funcionarios en tres años.
Un informe reciente del BBVA Research asegura que es el momento
en que “la mejora de la economía comience a trasladarse a un crecimiento mayor
de los salarios. El Banco de España mantiene su postura tradicional y opina que
los incrementos salariales deben fijarse en función de la situación de cada
empresa y de la productividad.
En el punto álgido del ciclo expansivo, los salarios
llegaron a la cifra de 559.777 millones en 2008. Hoy, aún no se ha alcanzado
esta cifra. Las otras dos rúbricas en las que se divide el PIB en función del
destino de la renta (excedente bruto de explotación e impuestos netos sobre la
producción y las importaciones) sí que han recuperado y con creces los niveles
anteriores a la crisis. Los 493.627 millones que suma el excedente de
explotación bruta y las rentas mixtas es la cifra nominal más elevada y supera
en un 6% los importes registrados en 2008. Los impuestos sobre la producción
sumaron el año pasado casi 120.000 millones, el nivel más elevado jamás
registrado.
El peso de los salarios en la riqueza total del país de
España se sitúa en la media de la zona euro. En Dinamarca, Francia y Alemania,
las retribuciones de los asalariados suman más de la mitad del PIB y son los
tres países donde los trabajadores se llevan una mayor parte de la tarta. Entre
los países de la UE, Italia es el que registra un menor peso de los salarios
(40% del PIB)
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