Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del
tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a
vacaciones periódicas pagadas”. Lo dice el artículo 24 de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos. Esto queda muy bien sobre el papel, pero la
realidad es muy diferente.
En las redes sociales –el escaparate preferido en época
estival para presumir de vacaciones– faltan las fotos y vídeos de millones de
españoles. Son los que no pueden permitirse el coste económico de ese descanso
veraniego fuera de sus hogares.
La última encuesta de condiciones de vida realizada por el
Instituto Nacional de Estadística (INE) constata que en el 36% de los hogares
españoles sus inquilinos no pueden permitirse ni una semana de vacaciones al
año. O lo que es lo mismo, casi 17 millones de personas de este país (se
cuentan 2,5 por hogar) no han podido ni podrán disfrutar este verano de ese
derecho al descanso (entendido como vacaciones fuera de casa) recogido en la
Declaración Universal de Derechos Humanos. Esa cifra supone casi el 40% de la
población. Un consuelo –por si sirve de algo– es que en el 2013 ese porcentaje
de españoles que no podían permitirse vacaciones en verano era del 48%, casi la
mitad de la población.
Óscar Iglesias Fernández, doctor en Sociología por la
Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), destacaba en un artículo
referido a las vacaciones de los españoles una paradoja para muchos
inadvertida. España es un destino turístico visitado por más de 80 millones de
turistas internacionales y, a la vez, un país en el que cuatro de cada diez de
sus habitantes no pueden permitirse ni una semana de descanso al año fuera de
sus hogares.
Esta realidad es la prueba, considera este sociólogo, de que
“vivimos, cada vez más, en una sociedad de contrastes, donde la desigualdad se
agudiza al mismo ritmo que crece la insensibilidad hacia lo que le ocurre a la
persona que tenemos al lado, sea nuestro vecino, nuestro compañero de trabajo o
nuestro empleado”.
Pero lo más preocupante para Iglesias es la imposibilidad de
viajar de muchos jóvenes, de entre 16 y 26 años. “Un 46,4% de ellos no puede
permitirse ir de vacaciones al menos una semana al año. Cuando viajar es una de las actividades
fundamentales que deben realizar en un mundo tan cambiante e interrelaciona- do
como el actual”, escribe este sociólogo.
El gasto de los españoles que tienen la suerte de poder
disfrutar de vacaciones en verano es de unos 2.000 euros, una cifra que se
mantiene en los últimos años. Así lo recoge otro estudio elaborado por American
Express España.
El estudio de American Express revela, por otro lado, que la
duración media de las vacaciones veraniegas se sitúa hoy en 15 días, dos menos
de los disfrutados en el 2016. Así que la tradición de pasar fuera de casa un
mes de vacaciones es ya historia. Esta opción, muy común décadas atrás, sólo
pueden permitírsela en estos momentos un 5% de los españoles.
La novedad, cuando se habla de duración del descanso
estival, ha llegado con una parte de los trabajadores de las generaciones más
jóvenes, que no parecen dispuestas a renunciar a ese derecho a las vacaciones y
hacen lo imposible para disfrutar de unos días de ocio y descanso fuera de sus
hogares. Los que lo consiguen y viajan han demostrado ser capaces de disfrutar
de hasta 17 días de vacaciones en verano con menos de la mitad del dinero que
destinan en escapadas de menos de dos semanas aquellos ciudadanos con un poder
adquisitivo alto.
Diferentes expertos coinciden en que las vacaciones, más que
un lujo, son necesarias y deberían de ser obligadas porque aportan beneficios
para la salud. Y no es tan importante la duración como el hecho de que esa
interrupción de la rutina laboral sea aprovechada para desconectar. Una persona
puede recargar pilas en una semana y otra no conseguirlo en un mes si no se ha
producido la desconexión. Un estudio realizado en la Universidad de Rockies
(Colorado) concluye que los beneficios de las vacaciones, cuando se es capaz de
desconectar, son máximos cuando abarcan al menos diez días seguidos.
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