Solo uno de cada cinco jóvenes de 16 a 29 años (el 18,6%) se
habían emancipado en el segundo trimestre de 2019. Una cifra que se ha ido
reduciendo desde el tercer trimestre de 2008, cuando alcanzó el 26,1%.
Mientras, su esfuerzo para poder afrontar un alquiler ha ido en aumento. Si a
finales de 2008 los menores de 30 debían destinar el 55,7% de su sueldo para
poder vivir solos, ahora la cantidad supera el 94%, según el Observatorio de
Emancipación presentado este martes. El estudio recoge datos que arrancan en
2006 y desde entonces nunca antes un joven había tenido que pagar tanto para
alquilar una casa en solitario.
Ni siquiera durante la burbuja inmobiliaria. En el tercer
trimestre de 2008, con los pisos en venta disparados, los jóvenes debían
destinar el 97,2% del sueldo a la cuota de una hipoteca. Pero el pago de una
renta de alquiler no alcanzaba entonces el 60%. En los 11 años transcurridos
desde ese momento, mientras el esfuerzo de compra ha caído en más de 30 puntos,
los gastos de una vivienda arrendada han escalado al 94,4%. Supone una subida
de más de cinco puntos respecto al año pasado.
Para calcular estos datos, el Consejo de la Juventud recurre
a la Encuesta de Coste Laboral y a la Encuesta de Condiciones de Vida del INE.
Así determinan que el salario neto para los jóvenes entre 16 y 29 años es de
11.188,73 euros, 932 euros al mes. Para estimar los precios de alquiler se
basan en el portal Idealista, que toma precios de oferta y no finales (ya que
el inquilino y el propietario suelen negociar el precio a la baja). La mediana
de coste de una vivienda de 80 metros cuadrados se calcula así en 880 euros al
mes.
Basándose en ello, estiman cuál es la renta máxima tolerable
para los menores de 30, es decir, el 30% de su sueldo (considerado como
"umbral de sobreendeudamiento"). Lo fijan en 279,72 euros, por lo que
aumenta la brecha entre lo que pueden permitirse y la realidad del mercado.
En el segundo trimestre de 2019 se ha alcanzado el
porcentaje más alto de sueldo dedicado al alquiler y el porcentaje más bajo de
emancipación.
Pero el estudio también analiza el coste de compra de una
vivienda teniendo en cuenta los datos publicados por el Ministerio de Fomento y
atendiendo a los tipos de interés y al plazo de amortización. "Los
obstáculos no proceden de los altos tipos de interés y los diferenciales que
aplican las entidades financieras, como pasaba hace un lustro, sino de las
garantías de solvencia que se exigen previas a la formalización de una
hipoteca", señala el informe. En el segundo trimestre del año, el importe
inicial de una cuota hipotecaria ascendería al 62,4% del salario neto de los
menores de 30, menos que el alquiler. Pero la necesidad de disponer al margen
de la hipoteca de al menos un 20% del valor del piso supone una barrera para
quienes no cuentan con ahorros o con apoyo familiar.
Solo el 16% de la población emancipada vive sola. Por
primera vez, el observatorio calcula además el coste que supone compartir piso,
la opción más viable para muchos de quienes se marchan de casa. Estiman el
esfuerzo económico en las capitales de provincia y para el conjunto de España
utilizando los datos del portal Pisos.com. De media, haría falta reservar el
30,8% del salario mensual para sufragar los gastos. Y en 21 capitales de
provincia —entre ellas, Alicante, San Sebastián o Madrid— superarían el 30% del
sueldo, un porcentaje que se considera equilibrado. En Barcelona necesitarían
incluso más de un 40%.
“Lo que subyace es la
precariedad de los jóvenes. No sirve de nada tener un empleo si es de menos
horas de las que queremos trabajar o encadenamos contratos temporales, que no
dan estabilidad”, lamenta María Rodríguez, vicepresidenta del Consejo de la
Juventud. Tener trabajo tampoco es garantía de una mínima solvencia económica.
Pese al descenso del último año, el 22,1% de la población joven ocupada está en
riesgo de pobreza y exclusión.
La tasa de emancipación es la más baja desde 2002. De 6,7
millones de jóvenes, solo 1,2 se han marchado de casa. Más del 81% continúan en
el domicilio familiar. Si se atiende a la población de 25 a 29 años, de los dos
millones y medio, solo 992.000 viven por su cuenta. Son el 39,5%, un 3% menos
que el año pasado. Los datos del primer semestre de este año reflejan además un
ligero retroceso respecto al semestre anterior. El estudio no analiza quién sufraga
los gastos, se centra en dar las cifras de quienes ya no viven con su familia.
Las mujeres se emancipan en mayor medida (el 22,5% de las menores de 30 se
había ido de casa) que los hombres (14,8%). España sigue entre los países a la
cola de Europa, según los últimos datos de Eurostat, de 2017. Los jóvenes se
marchan de casa a los 29,5 años de media, frente a los 18,5 de Suecia. La media
europea está en 26 años.
“La baja emancipación no solo se explica por la precariedad.
Esta es importante sobre todo de 25 a 29 años. Pero también influyen factores
que van más allá de lo económico”, puntualiza Almudena Moreno, profesora de
Sociología de la Universidad de Valladolid. “Las cifras son una tendencia que
no ha variado tanto con la crisis. Los estudios demuestran que en España no hay
un valor de la autonomía y la independencia en esta etapa de la vida como en
otros países, aunque es cierto que en otros lugares de Europa sí tienen
políticas de juventud más generosas”, añade. “Además, la cultura familiar aquí es
muy importante”, sostiene Moreno.
Las cifras de emancipación están en retroceso, pese a que
las económicas mejoran. El estudio, que también bebe de la Encuesta de
Población Activa, pone de manifiesto que la población joven con contrato
indefinido ha aumentado (son un 8% del total) y que también ha descendido la
cifra de población con estudios superiores sobrecualificada (en un 25%), es
decir, quienes ocupan un puesto de trabajo que exige una formación curricular
inferior. También baja la tasa de paro, hasta el 24,8%. Pero, aun así, los
contratos temporales siguen siendo un 55,3% y el 42,8% de los jóvenes con
carreras universitarias están empleados en trabajos para los que es necesaria
menos formación de la que tienen. "El dato relevante es el de la tasa de
actividad. Suben los jóvenes inactivos, es decir, que disminuyen los que buscan
trabajo, siguen pensando que no hay oportunidades", sostiene el sociólogo
Joffre López, autor del informe.
Por ello en el Consejo de la Juventud reclaman medidas para
combatir la precariedad y para acabar con la imposibilidad de acceder a una
vivienda. "Que se den incentivos a las empresas por la contratación
indefinida de jóvenes, que se aumente el parque de viviendas públicas, que se
limite el precio de alquiler o se nos den ayudas", reivindica su
vicepresidenta. "Queremos emanciparnos. Si no nos vamos de casa es porque
no podemos"
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