Los interminables horarios laborales y el imparable avance de las
tecnologías de la comunicación desdibujan cada vez más las fronteras del uso
de internet en el lugar de trabajo. Poco a poco, las empresas empiezan a
tomar medidas: prácticamente una cuarta parte de las compañías asegura haber
impuesto a su plantilla restricciones a la hora de navegar por la red,
según una encuesta realizada por Adecco. Casi el 20% ha fijado asimismo mismo
protocolos para el correo electrónico.
Junto a las pausas para tomar café y desayunar, navegar o entrar en las
redes sociales por motivos ajenos al ámbito laboral son las conductas no
productivas que detectan con mayor frecuencia los empleadores. En concreto, uno
de cada cinco empresas afirma que “la mayoría de sus trabajadores” usa el
correo electrónico, internet y las redes sociales para cuestiones personales.
Los expertos en gestión de recursos humanos recomiendan desde hace tiempo
establecer unas reglas claras para toda la plantilla sobre el uso del ordenador
y cualquier dispositivo móvil en el trabajo, así como su participación en
Twitter, Facebook, Instagram –tanto durante la jornada laboral como fuera de
él–.
El reciente informe de Adecco trata de evaluar cómo se enfrenta la empresa
al presentismo, definido como la práctica de “estar presente en el puesto de
trabajo dedicando ese tiempo a asuntos no relacionados con la labor
profesional”: en suma, calentar la silla, aunque sin entrar a diferenciar si
cumplen el horario establecido por contrato o lo superan. Los responsables de
Adecco explican que el fenómeno está fuertemente vinculado a la ausencia de
políticas de flexibilidad horaria. Así, únicamente un tercio de las empresas
encuestadas afirma que ofrece a más del 25% de su plantilla fórmulas de horario
flexible como un margen para iniciar o finalizar la jornada, bolsas de horas o
la posibilidad de modificar el horario para atender a asuntos personales.
Muestra de que no media mala fe en la conducta de buena parte de los
trabajadores con prácticas presentistas es que los directivos reconocen que, en
dos de cada tres casos, los empleados compensan sus ausencias durante la
jornada de trabajo por iniciativa propia.
A pesar de que algo más de la mitad de empresas (53%) reconoce haber
detectado que sus empleados hacen pausas reiteradas o dedican parte del tiempo
de trabajo a asuntos personales, la inmensa mayoría de las que toman medidas
para tratar de ponerles coto (el 88%) señala que sólo recurren al control de la
entrada y la salida del trabajo. Junto a las ya citadas políticas sobre el uso
de internet y el correo electrónico, apenas un 7% de las empresas que han
adoptado medidas se han inclinado por limitar el horario para convocar
reuniones. Sólo el 3% ha implantado el apagado de las luces o la evaluación de
objetivos en sustitución del control horario.
Además, concluye que,
con respecto al 2008, ha aumentado la proporción de responsables de los centros
de trabajo reconocen tener “algunos” o “muchos” empleados absentistas. Este
cambio después de años de crisis económica, apuntan, se podría explicar por una
combinación de trabajadores muy diferentes: los que “se sienten más seguros y
dedican más tiempo a otros quehaceres ajenos a sus obligaciones laborales”,
junto a otros que “incrementan la presencia en la empresa” precisamente por
miedo a que les despidan y que relacionan a asalariados que sufren una
“desvinculación emocional” con la empresa por tener contrato temporal o bajos
salarios.
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