España tiene un serio problema. La población joven se
mantiene en el nido familiar hasta bien alcanzada la treintena lo que eso
supone de retraso en las experiencias vitales de cualquier persona (madurez,
tener hijos, independencia...). Y lo peor es que ya no se puede achacar sólo al
alto índice de desempleo, porque las tasas han mejorado, si no más bien a la
mala calidad del mismo, con salarios bajos, temporalidad e inseguridad.
El caso
es que a finales del 2018, la autonomía residencial seguía cayendo ofreciendo
resultados desoladores: el 81% de los jóvenes de entre 16 y 29 años vivía con
sus padres, el dato más bajo desde el 2002. Si nos fijamos en el grupo de más
edad, de entre 25 y 29 años, más maduros para emprender una vida, el porcentaje
se sitúa en el 60%. Y entre los de 30 y 34, casi el 30% permanecía aún en el
domicilio de sus progenitores.
Así lo indica el Observatorio de Emancipación elaborado por
el Consejo de la Juventud relativo al último semestre del 2018, un informe que
deja claro que si en los años de bonanza la independencia familiar aumentó,
desde el 2009 no deja de disminuir hasta regresar a cotas semejantes a las de
mediados de la década de los 90.
Los bajos salarios, la temporalidad y los contratos
parciales impiden la salida de la casa familiar
¿Qué ocurre? Las claves están no tanto en el paro (del 25%
en los jóvenes de entre 16 y 29 años y del casi el 15% entre los de 30 y 34
años), si no en las condiciones del empleo. La temporalidad sigue siendo muy
elevada (55,5%), siendo superior del 60% en algunas comunidades como Andalucía,
Extremadura, Cantabria, País Vasco o Murcia; mientras que el trabajo a tiempo
parcial azota especialmente a las jóvenes, con un 33,4%. A esto hay que sumar
que aunque ha aumentado la cantidad absoluta de personas con empleo (115.000 en
un año), la realidad es que la gran mayoría de esos empleos son trabajos
denominados “ocupaciones elementales”, los peor remunerados.
Y a esto hay que sumar el precio de los alquileres, la única
manera que tienen los jóvenes de independizarse (el 59,2% vivía en
alquiler,algo menos que en el 2017). ¿Está perdiendo terreno el alquiler frente
a la compra? No, porque tampoco pueden optar a la compra de un piso. Es la
familia, de nuevo, la que ayuda: el 12% de las personas emancipadas de 16 a 29
años en España residen en viviendas cedidas. Y es que para que una persona
joven pudiera alquilar un piso en solitario debería destinar más del 90% de su
salario.
El precio de los alquileres ha aumentado en algunas ciudades
como Madrid, Barcelona o en comunidades como el País Vasco un 50%
Según datos del informe La vivienda en alquiler en España en
el año 2018 , del portal inmobiliario Fotocasa, el precio medio de la vivienda
de alquiler en España cerró el 2018 con un incremento del 1,8% respecto al año
anterior, situándose en 8,30 euros mensuales por metro cuadrado. Ese incremento
fue la cuarta subida anual consecutiva (en el 2015, un 3,6%; en el 2016 subió
un 6,7%, y el año siguiente, un 8,9%). Aunque estos datos camuflan otras
cifras, como el aumento de hasta el 50% de los precios de los alquileres en
Barcelona, Madrid, País Vasco o Baleares. Un alza que se ha ido extendiendo a
otras ciudades y comunidades como Murcia, Logroño, Pamplona, Comunidad
Valenciana y Andalucía.
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