Cuando Fátima Báñez dijo en agosto que España crea ahora
"empleo de más calidad que antes de la crisis", las cejas de muchos
se arquearon. Hablaba de un país con un 26% de temporalidad (la segunda mayor
tasa de la UE), un 7,8% de subempleo (solo superado por Chipre) y que inunda
cada mes las oficinas de empleo con contratos de duración determinada.
Si la lupa se pone en estos acuerdos, el argumento de la
ministra de Empleo pierde aún más fuelle. De los 15.998.764 registrado en los
nueve primeros meses de 2017 —todo un récord en la serie histórica—, 9.351.158
(el 58,4%) son de camarero, obrero, tendero, campesino o limpiador, según los
últimos datos del SEPE. Es decir, seis de cada diez contratos firmados este año
corresponden a profesiones de baja formación y sueldo.
"Son ocupaciones de mucha movilidad y por eso destacan
en la estadística de registros", explica Miguel Ángel Malo, profesor de
Economía en la Universidad de Salamanca. En otras palabras: un contrato fijo,
si no existe un despido o un cambio de empleo, llega solo una vez a la
ventanilla, mientras que los temporales rotan de forma masiva.
Llama la atención el despegue de contrataciones vinculadas
al turismo. En estos nueve meses se han registrado 2.350.053 contratos de
camarero, un 14,7% del total y seis puntos más que antes de la crisis (en 2007
pesaban el 8,5%). Por detrás se sitúan temporeros agrícolas (2.037.190
empleos), peones industriales (1.148.697), limpiadores (1.081.068), tenderos
(741.671) y obreros (470.642).
Estas profesiones dominantes en las ventanillas de empleo
son, además, las que padecen más temporalidad: apenas el 8,9% de los contratos firmados
en 2017 son indefinidos y son más habituales, precisamente, entre camareros
(7,8%), campesinos (1,8%), peones industriales (2,9%), limpiadores (5,4%),
obreros (7,4%) y transportistas y reponedores (6,6%). "Es el mal
permanente del mercado laboral español. Antes de la crisis esa temporalidad se
concentraba en la construcción, pero ahora se da en el turismo", explica
Malo.
En España abunda el sol, la playa, la huerta, la vida
social. Y eso conduce a las terrazas, a la playa y a la cosecha estacional.
"Se puede buscar un turismo más desestacionalizado y traer visitas todo el
año. Pero es una particularidad económica española, esas actividades tienen más
peso que en otros países y por su naturaleza llaman a la temporalidad",
señala Lorenzo Serrano, profesor titular de Análisis Económico de la
Universidad de Valencia.
Bajo ese razonamiento sectorial, la temporalidad de esos
sectores precarios sería similar a la de otros países. Pero según Malo es
"más alta". Y no solo en estos sectores. También en todos los demás.
"Aquí pasa algo más y tiene que ver con la normativa laboral. Para el
empresario sigue siendo una opción más barata el encadenamiento de contratos
temporales. Y potenciar el contrato fijo discontinuo daría más estabilidad,
pero tampoco es la panacea", apunta este experto en mercado laboral, para
quien puede haber llegado el momento de introducir el contrato único en España.
"Merece la pena intentarlo;
hemos probado todo contra la temporalidad y no ha funcionado nada", indica
Malo, que recuerda que solo se logró bajar en la crisis... y fue para enviar a
esos empleados al paro. "Es lógico que de miedo a los agentes sociales. Yo
me he resistido mucho tiempo a considerar el contrato único, pero esta enorme
temporalidad está afectando a la productividad y a la estabilidad de los trabajadores
de baja cualificación".
Lorenzo Serrano también cree que debe reducirse la brecha
entre el coste de despido de un temporal y de un indefinido. "Pero sin
introducir más rigideces que limiten las contrataciones", dice este
profesor universitario e investigador del IVIE valenciano, que recuerda que la
introducción del contrato temporal, allá por los años 80, se hizo precisamente
para dotar de flexibilidad al mercado laboral.
El Gobierno, hace dos semanas, ofreció a los agentes
sociales un modelo con tres contratos: indefinido, formativo y temporal con indemnización creciente.
"Aún no han puesto el contrato único sobre la mesa, pero por lógica
parlamentaria y por su acuerdo con Ciudadanos acabarán haciéndolo", teme
Mari Carmen Barrera, secretaria de Políticas de Empleo de UGT.
La segunda precariedad para estos contratos viene del
salario. Ninguna de las profesiones más contratadas llega a la media a los
23.106 euros de media que calcula la
Encuesta de Estructura Salarial del INE. Ni los conductores (20.048), ni
los peones agrícolas (16.209), ni los camareros (14.699) ni mucho menos los
tenderos (12.700) que no llegan al mileurismo en 14 pagas.
"En estas profesiones hay poco margen para un salario
mejor y la única opción es montar tu propio negocio", apunta Malo. Pero
hay explicaciones alternativas. Barrera cree que sí podrían pagarse mejor y
lamenta que se "cuida poco el capital humano" en España. "No
contentos con ofrecer trabajo temporal, encima se ajusta el salario a estas
profesiones contratando por horas", dice esta dirigente sindical sobre el
avance de los acuerdos parciales.
Serrano, por su parte, pone el foco sobre la gestión.
"La formación del empresariado español es deficiente respecto a otros
países y enfocan sus negocios en términos de rentabilidad sin prestar tanta
atención a los recursos humanos que emplea o al nivel tecnológico", zanja
el experto del IVIE.
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