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domingo, 22 de octubre de 2017

LA NUEVA PRECARIEDAD LABORAL



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Bajo la etiqueta de la precariedad laboral se puede hablar de temporalidad, pero también de contratos por horas, salarios muy bajos, rotación, horas extras no pagadas… Detrás de la precariedad también hay miles de trabajadores que a diario sufren la peor cara del mercado laboral en España. Y el catálogo de ocupaciones afectadas no deja de aumentar, denuncia CC.OO. en su última campaña de visibilización de este fenómeno.

La iniciativa, denominada Precarity War II, está dirigida a poner de manifiesto el empeoramiento de las condiciones laborales de quienes trabajan en sectores desde hace tiempo señalados como de las empleadas del hogar y más recientemente los repartidores a domicilio y los vigilantes de seguridad, junto a otros trabajos menos conocidos: desde los informáticos y, en general, consultores relacionados con las tecnologías de la información, a auxiliares de servicios, promotoras y reponedores, dependientas, trabajadoras de ayuda a domicilio, los de establecimientos de comida rápida y cadenas de restaurantes, los contratados por sociedades públicas del Estado.

La campaña del sindicato busca atraer a los trabajadores más precarios –sobre todo a los jóvenes–, en general poco organizados, en un contexto de escasa afiliación en comparación con economías del entorno.

En todos estos sectores, explica Vicente Sánchez, secretario general de CC.OO. de Construcción y Servicios, trabajan más de 1,2 millones de personas, casi un 7% de los ocupados en España. Son actividades “auxiliares”, insisten, muy afectadas por la devaluación salarial, la ausencia de convenios de sector, la subcontratación y la aprobación “fraudulenta de convenios de cartón piedra” por parte de numerosas empresas multiservicios. Una desregularización del mercado laboral que vinculan directamente a las sucesivas reformas laborales y al impacto de la crisis económica.

Así, los representantes de CC.OO. explican que el sueldo medio de los trabajadores de las mencionadas actividades apenas supera el salario mínimo interprofesional –707 euros–, ya que se sitúa “723 euros, unos 5,35 euros la hora”. Por ello, los sindicalistas apuntan como objetivo lograr que los salarios se acerquen a los 1.000 euros, sobre los 8 euros la hora. “Hablamos de la remuneración por horas, por la emergencia de trabajadores a tiempo parcial no voluntario”, precisan. Por ello, consideran primordial no sólo incrementar los salarios sino luchar para que suba la carga horaria de estos trabajadores.

Las cadenas de restaurantes, comenzando por conocidos como de comida rápida, son un buen ejemplo de las jornadas parciales. “Es habitual trabajar entre 15 y 20 horas a la semana; llegar a las 20 horas es todo un éxito. Y a pesar de estar contratados por tan pocas horas, si necesitan más, son complementarias. Dispones de poco tiempo para realizar muchas tareas y te exigen una disponibilidad total: tienes que adaptarte a continuos cambios de horario (de mañana, de tarde), en los descansos, las vacaciones...”, explica Carmen González, trabajadora del sector.

Los informáticos demuestran, por su parte, cómo la precarización ha acabado llegando incluso a colectivos muy cualificados. Desde el sindicato denuncian que la subcontratación de este tipo de servicios técnicos y de mantenimiento ha llevado a que los niveles salariales para los jóvenes contratados –en su mayoría, graduados universitarios e ingenieros– se hayan desplomado hasta los 10.500-13.500 euros al año. “Las jornadas son larguísimas, con horas extraordinarias no remuneradas. Somos mano de obra barata en un sector que ha de llevar la economía al 4.0 y cuyas relaciones laborales son del siglo XIX. Y no importa la calidad del servicio”, se queja Eduardo de Benito, empleado del sector tecnológico.

Mientras, abunda la figura del auxiliar (encargados, por ejemplo, de la consejería de grandes empresas y, de rebote, de diversas tareas de seguridad, limpieza o jardinería). Son unos 200.0000 empleados que ni tan siquiera cuentan con un convenio general propio, por lo que en el 90% de los casos sus condiciones están vinculadas sólo a lo estipulado por el Estatuto de los Trabajadores. Una cantidad similar de mujeres se encargan de cuidar a dependientes, muchas de ellas a media jornada, cobrando menos de 400 euros al mes y realizando todo tipo de tareas. Al igual que las trabajadoras del hogar, están al margen de la inspección de trabajo y de la prevención de riesgos laborales.

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