Al agua no se le pueden atribuir propiedades curativas, la
que sale por el grifo es tan buena para la salud como la envasada, el agua
siempre es "ligera", el plástico en que se embotella no tiene
contaminantes... son algunas de las certezas que explican los expertos para
desmontar los falsos mitos sobre este elemento.
Con motivo de la celebración mañana, día 22, del Día Mundial
del Agua, expertos de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) han explicado
que hay creencias populares de todo tipo, algunas ciertas pero muchas otras
falsas. "Al agua no se le pueden atribuir propiedades curativas", ha
asegurado la bióloga y profesora de los Estudios de Salud de la UOC, Alicia
Aguilar, que señala que agua "hay de muchos tipos" (de grifo,
embotellada, de baja mineralización, etc.) y cada una tiene sus características,
que pueden contribuir o no a algunas funciones orgánicas.
Las aguas de elevada mineralización -como las cálcicas o
hipersódicas- pueden ser, por ejemplo, desaconsejables en casos de problemas
renales, cálculos, hipertensión o para los bebés, y las fluoradas, en cambio,
pueden ser recomendables para la protección dental, ha señalado la bióloga.
La dureza del agua suele ser otro aspecto controvertido.
La
bioquímica Carmen Carrión, explica que la dureza está condicionada por la
cantidad de iones en disolución, "sobre todo de calcio y magnesio".
Desde el punto de vista del consumo humano, diferentes informes publicados por
la Organización Mundial de la Salud (OMS) no han encontrado pruebas científicas
de que sea perjudicial para la salud.
Carrión sólo puntualiza que las aguas duras son menos
recomendables para las personas con alteraciones cutáneas y que en algunos
casos "pueden provocar eccemas". El nivel de dureza o mineralización,
además, puede influir en el sabor del agua, apunta.
El agua envasada no es estéril
Existe también el mito popular de que el agua del grifo es
de peor calidad que la envasada, tópico que desmiente con rotundidad Aguilar.
"El agua del grifo pasa por unos controles analíticos exhaustivos de sus
características físicas, químicas y microbiológicas que garantizan la calidad y
la seguridad para el consumo humano. Que el agua sea del grifo no quiere decir
que sea más mala que la envasada", según Aguilar. "El agua envasada,
de hecho -añade la bióloga-, no es estéril, no garantiza cero microorganismos
de origen. Lo que asegura, también por medio de unos controles muy estrictos,
es que no haya patógenos".
Los expertos recuerdan que las etiquetas de los envases
tienen que informar de la procedencia del agua y del tipo (mineral natural,
preparada, etc.) del nombre de la empresa, fecha de consumo preferente y
recomendaciones de conservación, entre otras cosas.
Aguilar ha puntualizado que además, una clase de agua no se
puede atribuir una cualidad propia que es característica del agua en general,
"como agua ligera, porque toda lo es".
Mejor vidrio que plástico, pero no por salud
Otro mito que Aguilar desmonta es que el agua envasada en
botellas tanto de plástico como de vidrio está libre de contaminantes, aunque
ella recomienda el vidrio "porque es un material fácil de limpiar, que se
puede desinfectar, lavar a elevadas temperaturas y, por tanto, reutilizar, y es
un material más sostenible para el medio ambiente".
Sobre las botellas de aluminio que usan los excursionistas
para transportar el agua, la bióloga indica que "son una buena opción,
porque este material es ligero, no deja pasar la luz y es bastante resistente a
los golpes", aunque hay expertos que recomiendan comprobar que el bidón
tenga recubrimiento interior para que el aluminio no esté en contacto con el
agua y se eviten posibles migraciones de sustancias que puedan ser un riesgo
para la salud. "Algunas acciones humanas cotidianas pueden afectar a la
calidad del agua e incrementar los costes de depuración del agua
residual", ha alertado Hug March, experto de la UOC en gestión urbana del
agua.
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