Durante décadas, los salarios han mantenido una tendencia
constante y dominante como parte del PIB en los países desarrollados. No
obstante, en los últimos años se ha observado una pérdida de peso de las rentas
del trabajo en beneficio de las rentas del capital, un giro brusco que ha
logrado focalizar la atención de parte de las instituciones y expertos, por los
preocupantes efectos que puede tener sobre la sociedad. Además, la caída de los
salarios sobre el PIB resulta una evidencia más de la creciente desigualdad de
rentas dentro de las economías avanzadas.
A partir de 1980, las rentas del trabajo iniciaron una
tendencia descendente en los países desarrollados. En el caso de España, los
salarios han pasado de representar el 67% del PIB (medido por el lado de la
renta) hasta el 54% en 2015, un descenso de 13 puntos porcentuales que podría
continuar. En otros países avanzados como Francia o Alemania, el descenso ha
sido inferior, pero igualmente pronunciado, o como en el caso de Italia donde
la caída del peso de los salarios ha sobrepasado la de España.
Esta forma de medición divide el PIB entre remuneración de
asalariados (sueldos, salarios y las cotizaciones sociales), excedente bruto de
explotación (alquileres, intereses, beneficios del empresario y rentas mixtas)
e impuestos netos sobre la producción. Sin embargo, los datos empleados en el
siguiente gráfico agregan las rentas mixtas (trabajadores por cuenta ajena o
autónomos) a la remuneración total de los asalariados, para analizar con mayor
detalle la evolución de los salarios sobre el PIB
En el trabajo de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE) 'La Participación del Trabajo en las Economías del
G20', se destaca que " la tendencia a la baja de las rentas del trabajo
puede tener consecuencias negativas importantes. Por ejemplo, las mejoras a
nivel macro económico podrían no trasladarse en incrementos de los ingresos
reales de los hogares".
Por otro lado, los datos muestran que esta tendencia
termina afectando al bienestar de las sociedades. Un peso cada vez mayor de las
rentas del capital sobre el PIB suele estar directamente relacionado con una
mayor desigualdad en la distribución de la renta, como ha mostrado el
economista francés Thomas Piketty en su obra 'El Capital en el Siglo XXI.
La menor fuerza de los salarios también ha evidenciado
tener consecuencias políticas relevantes. Como destaca el informe de la OCDE,
esta situación puede obstaculizar la implantación de políticas pro-mercado y
en favor de la globalización económica.
Por último, pero no menos importante, el menor peso de los
salarios puede afectar al crecimiento a través de un menor consumo de los
hogares y una menor inversión por parte del sector privado.
Por qué caen las rentas salariales
Desde el Banco de España, en un trabajo publicado en 2012
pero que analiza la caída de la participación de las rentas del trabajo en el
PIB desde 1980, destacan que el mayor crecimiento de los servicios financieros
y servicios profesionales a empresas dentro del sector terciario puede tener
parte de la culpa, puesto que en ese tipo de tareas la intensidad del uso del
trabajo es inferior a la media de la economía, incluso menor que en la
industria.
No obstante, para el caso particular de España, estos
expertos aducen que "el trabajo no cualificado ha sido sustituido tanto
por capital como por trabajo cualificado, lo que ha intensificado la caída de
la participación de las rentas del trabajo". Aunque es cierto que el
trabajo cualificado obtiene una remuneración mayor, esta no ha sido suficiente
para compensar la caída de los salarios de los trabajadores menos cualificados,
por lo que de forma agregada se ha producido un descenso de las rentas del
trabajo como parte del PIB.
Por otro lado, los accionistas han ido ganando poder
respecto a los trabajadores. Las empresas se ven obligadas de cierto modo a
priorizar la generación de valor para el accionista, lo que ha contribuido a
que los pagos por dividendo hayan crecido drásticamente en las últimas décadas.
El beneficio distribuido o pago por dividendos se encuadra dentro de las rentas
del capital, y obviamente todo beneficio distribuido es dinero que no se dedica
a la inversión 'real' para abrir nuevas plantas, mejorar los bienes producidos
o contratar nuevos trabajadores.
Por último, tanto el trabajo de la OCDE como el de la OIT
coinciden en señalar a la globalización como otro de los fenómenos que está
restando presencia a los salarios respecto al PIB en los países avanzados. La
globalización ha intensificado la competencia dentro del factor trabajo
(trabajadores) con la entrada de países con mano de obra abundante, como China
o India.
Por tanto, la mayor conexión entre las economías del mundo
ha podido moderar sustancialmente los salarios a nivel agregado en los países desarrollados,
mientras que a la vez podría haber jugado a favor del capital y de los
trabajadores más cualificados.
Todos estos factores están contribuyendo al descenso de la
participación de las rentas salariales en el PIB. El trabajo tiene cada vez menor
transcendencia dentro del proceso productivo y esto desemboca en una caída
relativa de la remuneración de ese factor de producción frente a otros. El
dominio de los salarios en el PIB está cerca de llegar a su fin, ahora la
cuestión es dónde encontrará suelo esta tendencia.
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