Es uno de los mayores problemas sociales a los que se
enfrenta España y, sin embargo, poco se hace para solventarlo más allá de decir
que se va a actuar contra él. Hablamos de la pobreza infantil, la más dura
porque se ha comprobado que la escasez de medios y, por tanto de oportunidades,
lastra la vida futura de los pequeños.
Los niños, esos seres a los que tanto invocamos y a los que
supuestamente debemos defender, son las principales víctimas de una desigualdad
que no cesa de crecer en este país pese a la recuperación económica. El
Gobierno reconoce que en este momento hay 2,4 millones que se encuentran en
riesgo de exclusión social.
Así lo índica el informe “Construyendo el futuro. La
Infancia y la agenda de Desarrollo Sostenible 2030 en España”, hecho público
hoy y que sitúa a España en el puesto 28 de 41 en el ranking de países ricos en
lo que se refiere a la erradicación de la pobreza, en el mismo puesto que ocupa
en la reducción de la desigualdad.
El acceso a la sanidad (3º puesto), la educación (12º) y la
baja tasa de homicidio infantil, dimensiones en las que los niños españoles
destacan claramente, permiten equilibrar la balanza global, situando a España
en el puesto 21 del índice global. Pero esto, señalan desde Unicef, no puede
esconder las profundas sombras que hay en el sistema.
¿Qué hacer? La solución ya la han dado en reiteradas
ocasiones los expertos, pero termina sin calar en los responsables políticos:
poner a los niños en el corazón del sistema. Y esto se traduce en un mayor
compromiso y una mayor inversión. Porque las transferencias sociales, tanto
económicas como de servicios, reducen claramente la pobreza.
Pero, pese a que España contaba en el 2016 con un 29,7% de
niños en situación de riesgo social (el dato más alto de la UE, sólo después de
Rumania), invierte casi la media europea en protección social de los niños. En
2014, el gasto en familia e hijos ha sido el 1,3% del PIB frente al 2,4% de la
media de Europa, lo que deja a España en el puesto 22 de los 28 países, según
Unicef.
En cuanto a desigualdad, Unicef recuerda que España es el
cuarto país con la brecha más profunda entre la renta de los hogares con niños
más pobres y la mediana nacional. El 10% de los hogares más ricos con niños
detiene una riqueza casi 1,5 veces mayores que el 40% más pobre. Y lo peor es
que esta brecha no deja de crecer.
Ante este cúmulo de datos tan duros, Unicef pide un
compromiso político al más alto nivel para garantizar la aplicación de la
Agenda del 2030 en todas las administraciones y en todas las políticas que
ejercen, así como que el Congreso tenga un papel protagonista en el seguimiento
y la rendición de cuentas de las políticas que se apliquen respecto a la
infancia y la familia, y del presupuesto que se destine.
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