Más prudencia. Más comparaciones. Más previsión. La
experiencia de la crisis económica, unida a la ingente cantidad de información
disponible en Internet, ha cambiado para siempre nuestros hábitos de consumo.
Como explica Liliana Marsán, responsable de los sondeos del Observatorio
Cetelem, ahora el consumidor es "más racional e inteligente":
"Vamos a comparar más, a exigir más a las marcas. Si una marca me falla,
ya no volveré a comprarle", concluye.
Según la última encuesta del Observatorio Cetelem, frente a
pagos de más de 500 euros, el 90% de los consumidores españoles compara precios
cada vez más. Además, un 88% duda antes de comprar. Son dos muestras
estadísticas del racionalismo que resalta Marsán, un fenómeno que parece estar
relacionado con la revolución digital.
Más datos. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE),
en 2016, el 80,6% de la población de entre 16 y 74 años había utilizado
Internet en los últimos tres meses. En 2017, según el Observatorio Cetelem, un
67% de los consumidores españoles asegura que confía en las opiniones de otros
compradores en Internet, mientras que un 63% se fía de páginas web
especializadas para informarse antes de comprar. En ese sentido, que la marca
tenga una buena imagen y reputación es importante hasta para el 52% de los
consumidores.
Es decir, Internet ya se ha convertido en una herramienta
transversal para entender el consumo en las sociedades modernas. Por un lado,
los ciudadanos hacen uso de sus dispositivos para informarse antes de comprar.
Por otro, el comercio electrónico no para de crecer. Muchas personas están
dejando de acudir a las tiendas físicas, optando por la comodidad que supone
comprar por Internet. El crecimiento de portales como Amazon, eBay o Aliexpress
lo demuestra.
Además, las nuevas tecnologías han conseguido crear impulsar
formas de negocio alternativas. Por ejemplo, el consumo colaborativo se
encuentra en un gran auge gracias a portales como BlaBlaCar, Airbnb o Wallapop.
Según el Observatorio Cetelem, un 45% de los consumidores españoles ha
realizado compraventas de objetos entre particulares, un 32% ha intercambiado
bienes o servicios, un 24% ha alquilado su vivienda a otro particular y un 19%
ha hecho un uso compartido de su coche.
Pero no todos los cambios en los hábitos de consumo pueden
atribuirse a la tecnología. La crisis económica tuvo un impacto brutal en
países como España. El desempleo y la pobreza que la recesión provocó afectan
de forma inevitable a la mentalidad de los consumidores.
Así, según Cetelem, hasta un 87% de los consumidores se lo
piensa más antes de hacer un gasto importante. Preguntados sobre las razones
por las que deciden no consumir, un 45% responde que se debe a "ahorrar
por si ocurren imprevistos", mientras que un 38% se excusa en la
"falta de confianza en el futuro" y un 34% lo hace por "miedo a
perder el puesto de trabajo".
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