Estos días se cumplen diez años del estallido de la crisis
financiera. Las cifras oficiales, enfatizadas con satisfacción por el
Gobierno, apuntan a que está teniendo lugar una clara recuperación en España.
Pero la antigua lacra de la economía sumergida sigue presente: todavía
representa un 17,2% de la riqueza del país, casi un quinto del total. Se trata
del tercer peor porcentaje entre las grandes economías mundiales, después de
Grecia (21,5%) e Italia (19,8%).
Estos datos se desprenden de un estudio del IAW de la
Universidad de Tubinga, en Alemania, uno de los institutos más reputados a la
hora de calcular el peso de la economía en la sombra en los distintos países.
El Foro Económico Mundial de Davos esta semana acaba de hacerse eco de sus
resultados, que recogen datos recopilados entre los años 2014 y 2016. Los tres
grandes países del área del Mediterráneo –Italia, España y Grecia– pueden
presumir de tener el porcentaje más elevado de transacciones económicas sin
declarar. Los economistas coinciden en que esta opacidad perjudica a la
innovación y el crecimiento.
Para llevar a cabo estas estimaciones los académicos cuentan
con modelos matemáticos que comparan, entre otras variables, la riqueza
producida con el efectivo circulante. Incluye desde el comercio de copias
ilegales, pasando por lavado de dinero y hasta sueldos pagados en negro. El IAW
atribuye a la economía sumergida en el mundo un valor de 550.000 millones de
euros, aunque el mismo Foro Económico reconoce que es difícil calcular algo
que, por definición, está oculto en las cifras oficiales.
Prueba es que el académico austriaco Friedrich Schneider,
considerado una eminencia mundial en esta materia, en tres estudios diferentes
elaborados en los últimos meses ofrecía resultados muy dispares entre ellos.
Por ejemplo, en una investigación del pasado mes de julio, situó el porcentaje
de economía sumergida en España en el 24,5% del PIB (2015), una cifra bastante
superior.
El mencionado estudio alemán del IAW parecería indicar, por
lo tanto, que el porcentaje de la economía oculta en el PIB español ha
disminuido, en coincidencia con la recuperación del ciclo. Pero Jordi Sardà
expresa sus dudas al respeto. “Lo lógico debería ser que cuando la economía va
mejor, la parte irregular disminuye. Pero en el caso de España no creo que esto
sea verdad. Porque el mercado del trabajo, aunque hoy haya menos paro, es más
precario que antes, y esta situación acaba fomentando la opacidad, por ejemplo
a la hora de declarar las remuneraciones”, apunta.
Los expertos coinciden en que, a grandes rasgos, los países
más desarrollados tienen mayores tasas de presión fiscal, pero, sin embargo,
presentan tamaños de economía sumergida bajos o relativamente moderados. Cuanto
menos avanzada es la economía de un Estado, más alta es la evasión. Schneider
estima que en los últimos 25 años en el mundo en promedio no se ha declarado un
tercio del total de la riqueza producida.
“Si se excluyen los países en vías de desarrollo, en todos
los rankings Italia, España y Grecia siempre están en las primeras posiciones
en cuanto a la economía irregular. Hay muchos factores que lo explican, entre
los cuales destaca la manera en la que los contribuyentes perciben su Estado.
Si hay corrupción e ineficiencia de las administraciones públicas, entonces se
tiende a pagar menos impuestos”, explica Sardà. Las crisis pasan, las sombras
permanecen.
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