España es el país europeo que más problemas está teniendo
para recortar el déficit público. Y no solo por el agujero que dejaron los
gobiernos de la burbuja, también por los problemas del país para recaudar. El
verdadero agujero de España está en los impuestos, ya que es el quinto país de
la eurozona con menores ingresos públicos. Según los datos difundidos este
martes por Eurostat, el volumen de recursos de las administraciones públicas en
2018 fue del 38,9% del PIB, sin duda el peor dato de los grandes países del
euro. Por detrás de España solo se sitúan Irlanda (con una economía financiera
que desequilibra todas las estadísticas), Lituania, Letonia y Malta.
España sigue muy lejos de la media europea de recaudación,
que alcanza el 46,3% del PIB. Esto significa que la brecha de ingresos se sitúa
en el 7,4% del PIB, lo que en cifras absolutas serían algo más de 80.000
millones de euros anuales. Cuantía que serviría para reducir todo el déficit
público y para financiar el aumento del gasto en pensiones por la jubilación de
la generación del 'baby boom', incluso aunque se revalorizasen con el IPC y se
derogase el factor de sostenibilidad.
España es el octavo país de la eurozona con menor
recaudación y el último de los grandes países europeos, una brecha que explica
por qué el Estado del bienestar está menos desarrollado
Todos los grandes países del euro generan una recaudación
muy superior a la española. Hasta Portugal, que ingresa un 43,6% de su PIB,
esto es, 4,6 puntos más que España. El que más lejos está es Francia, cuya
recaudación es del 53,5% del PIB.
El principal problema de España no es de tipos impositivos
reducidos sino de economía sumergida. En otras palabras, los ciudadanos y las
empresas que pagan lo que les corresponde están abonando en línea con la media
europea, pero como hay tanta economía en negro, la recaudación total es muy
reducida. En definitiva, es un problema de bases impositivas y no de tipos. La
economía sumergida afecta a todos los niveles, desde las grandes rentas hasta
los empleos precarios en negro para ahorrarse la cotización a la Seguridad
Social o las transacciones sin IVA de los autónomos.
Este nivel de ingresos públicos tan bajo es lo que ha
complicado la reducción del déficit público, ya que obliga a ajustar por la vía
del gasto. Durante los años de la burbuja, la recaudación de España se disparó
como consecuencia del ciclo, hasta superar el 40% en 2007 y 2008. Sin embargo,
era un espejismo que desapareció con la crisis. En 2009, tocó la primera gran
subida de impuestos, y en 2012, la segunda, que fue mucho mayor.
Estas dos subidas de impuestos devolvieron la recaudación
hasta el entorno del 38% del PIB, pero desde entonces apenas se han logrado
avances. Y eso a pesar del buen ritmo de la recuperación. Los ingresos públicos
actuales son iguales a los de 2013, cuando se inició la fase expansiva. Eso
significa que todo el ajuste del déficit se ha realizado por la vía del gasto,
con todas las dificultades que conlleva: por la oposición social a los recortes
y por la presión presupuestaria de las pensiones.
Todo el ajuste del déficit realizado ha recaído sobre el
gasto, de ahí la enorme dificultad para seguir avanzando por esta vía
En 2013, el gasto público de España equivalía al 45,6% del
PIB, y en 2018 apenas era del 41,3%, cinco puntos menos. Estos datos muestran
que todo el ajuste realizado ha recaído sobre el gasto, de ahí la enorme
dificultad para seguir avanzando por esta vía. Más todavía si se tiene en
cuenta que en los próximos años comenzarán a jubilarse las cohortes de la
generación del ‘baby boom’.
Actualmente, solo las repúblicas del Báltico, Irlanda y
Eslovaquia tienen un gasto público inferior al de España. Por el contrario, en
Alemania es 2,6 puntos superior, en Italia 7,3 puntos y en Francia, 14,7 puntos
más alto.
Esta diferencia entre ingresos y gasto hace que España
vuelva a situarse como uno de los países con mayor déficit público. En
concreto, el desfase presupuestario de 2018 fue del 2,5% del PIB, el mismo que
Francia y solo por delante de Chipre, que tuvo que hacer frente a contingentes
temporales en 2018. Por el contrario, en la eurozona el déficit público apenas
es del 0,5% del PIB y la mayoría de los países están en superávit
presupuestario.
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