La industria manufacturera europea está viviendo su mayor caída
en seis años, desde el 2012 cuando estaba saliendo de la crisis de la deuda
soberana que azotó el Viejo Continente. Así lo refleja el indicador IHS Markit
– uno de los tomados como referencia por el Banco Central Europeo–, que cayó un
1% en marzo y que se sitúa en 47,5 (por debajo de 50 significa que hay una
contracción).
Este indicador lleva ocho meses seguidos cayendo en Europa y
está en el nivel que tenía en verano del 2013. Es verdad que este índice
acostumbra a ser volátil y que el peso de los servicios en la economía europea
sigue siendo superior al manufacturero, pero no deja de ser una señal de alarma
indicativa de la actual coyuntura, ya que el índice de compras manufacturera
global de IHS Markit se basa en los resultados de encuestas que cubren a más de
diez mil ejecutivos de compras en docenas de países, más de la mitad
provenientes de EE.UU., Japón, China, Alemania y Francia.
Los motivos del retroceso en Europa son variados.
“Preocupaciones sobre guerras comerciales, tarifas, aumento de la incertidumbre
política, el Brexit y, sobre todo, deterioro del clima económico tanto a nivel
doméstico como en las exportaciones”, explicó Chris Williamson, economista jefe
de IHS Markit.
“Europa es actualmente el punto más débil de la economía global”,
afirmó a Bloomberg Christopher Dembik de Saxo Bank. “Hay un conjunto horrible
de nuevos datos para la zona del euro que confirman el riesgo de un crecimiento
más bajo de lo esperado”, agregó.
“Mucho de esta contracción es imputable a Alemania. Y Alemania
va mal, porque China no va bien como antes. Durante décadas ha podido vender en
Asia pero allí la ralentización es más severa de lo que indican los datos
oficiales”, comenta a este diario el experto de política económica
internacional del Graduate Institute of Geneva, Charles Wyplosz.
Política monetaria
Ya se habla de que el BCE podría volver a reactivar el
programa de compra de deuda
En efecto, Alemania es el país donde la contracción
manufacturera es más evidente y además se le añaden dificultades intrínsecas
del sector automovilístico y del impacto de los cambios regulatorios. Por
ejemplo, a diferencia de sus homólogos europeos, se registra “un amplio y
acelerado decrecimiento en los nuevos pedidos y un desplome de las ventas al
exterior”. Ambos indicadores registraron su mayor caída desde el 2009, cuando
en Europa se estaba en el epicentro de la crisis financiera.
En cuanto a España, está en mejor situación comparado con el
resto de países de su entorno, al situarse el índice por encima del fatídico
nivel de 50 (50,9). No obstante, el cuadro es mixto. “Por un alado, la
categoría de los bienes de consumo registra fuertes aumentos de la producción y
empleo. En contraste, las condiciones operativas de los bienes de equipos
continua deteriorándose”. Y la actividad manufacturera, con una expansión
raquítica, muestra “un estancamiento y la escasa contribución al crecimiento
económico”.
Para Wyplosz, “el aspecto positivo es que la confianza de
los consumidores, el pilar del 60% de la riqueza europea, no decae como en la
industria. El problema es más bien la falta de confianza de las empresas y de
las inversiones. En este contexto, las empresas están algo asustadas”.
Hay dos vías que sugieren los analistas. Una es que los
gobiernos actúen y decidan poner en marcha políticas fiscales de estímulo. La
otra es que el BCE vuelva a intervenir. “El margen es muy estrecho. Pero en
Frankfurt ya está hablando de reactivar, si fuera necesario, la compra de bonos
públicos y de deuda privada”, indica Wyplosz.
El vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de
Guindos, se limitó ayer a señalar que el débil crecimiento en la eurozona está
pesando sobre los precios y ralentizando el aumento de la inflación hacia cotas
cercanas al 2%, lo que justifica que se mantenga una política monetaria
acomodaticia. “Los datos del inicio del 2019 sugieren que la moderación en el
crecimiento económico se extenderá este año”, indicó.
La única nota positiva procedió del Reino Unido. Gran
Bretaña representó una anomalía, con un crecimiento de los indicadores
manufactureros en un máximo inesperado de 13 meses, pero tampoco se le puede
considerar una buena noticia en sentido estricto. En efecto, los fabricantes de
la isla informaron de un incremento repentino de la actividad comercial en
marzo ya que las compañías aumentaron sus preparativos para posibles
interrupciones relacionadas con el Brexit. Un dato estadístico que parece más
bien una muestra de humor británico.
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