A partir del próximo 12 de mayo, cualquier empresa se
enfrenta a multas de hasta seis mil euros por incumplir la obligación de
registrar el horario de sus trabajadores. Esta exigencia legal busca aflorar
horas extra no remuneradas y el consiguiente desfalco a la Seguridad Social. Un
problema que, como demuestra una reciente resolución del Tribunal Superior de
Justicia (TSJ) de Cataluña es una
realidad.
El tribunal catalán confirma en su resolución el despido
disciplinario de un gerente de tienda de la cadena de supermercados Lidl que
presionaba a su personal para hacer horas extra gratis. Les citaba una hora
antes de lo habitual para, supuestamente, realizar tareas de formación, pero,
en realidad, trabajaban en la tienda sin remuneración. Su actuación, desleal y
abusiva, fue merecedora, concluyen los magistrados, de la sanción.
Rechaza así el recurso del infractor, que alegó que este era
un "comportamiento tolerado", que lo había hecho "en beneficio
de la empresa" y que ni siquiera podía ser considerado como falta. En todo
caso, argumentó, debía habérsele amonestado antes de despedirle. Sin embargo,
el tribunal considera que el abuso de confianza y el trato con las personas de
su equipo fue una falta muy grave, culpable y consciente. Además, reprochan los
magistrados, ocultando los hechos para simular una "productividad
inexistente", puso en peligro a su empresa, exponiéndola a cuantiosas
sanciones administrativas, en beneficio propio.
Una hora antes para ayudar
Durante al menos cinco días, el infractor apagó la alarma de
la tienda para acceder con varios empleados una hora antes de lo habitual, sin
registrar este tiempo en el sistema de control de tiempos. Hechos que grabaron
las cámaras de seguridad y que motivaron el despido disciplinario del gerente.
Las quejas de los empleados de la tienda encendieron las
alarmas. Según relataron, su jefe les hacía ir una hora antes para un futuro
ascenso, pero, en realidad, dedicaban ese tiempo a ocupaciones diarias tales
como limpieza, reposición de productos, etiquetado, etc., sin que este trabajo
efectivo quedara reflejado en el sistema. El gerente les conminó a no fichar
porque "habían ido a ayudar".
En este sentido, la compañía tenía implantado un detallado
procedimiento informático para la gestión de jornadas, controlando ausencias y
tiempos de descanso, a partir del cual se determinaban las retribuciones y se
calculaba la productividad neta.
Más trabajadores
Por otro lado, señala el tribunal, si bien es cierto que el
infractor no obligaba a los subordinados a acudir a su puesto una hora antes,
alababa "públicamente" a quien así lo hacía en "detrimento"
de quienes no seguían su sugerencia, diciendo que "eran mejores" y
utilizando el tiempo no registrado "en perjuicio de dichos
trabajadores".
Este trato hacía sus subordinados fue considerado como falta
muy grave, pese a que el infractor, que llevaba trabajando doce años en la
compañía y había sido ascendido recientemente, alegó que era un comportamiento
"tolerado" respecto a otros compañeros y otros centros. En su
contrato, como quedó reflejado en el relato de los hechos, se le exigía
"flexibilidad horaria" y realizar fuera de su jornada laboral las
funciones complementarias necesarias para "garantizar las necesidades del
servicio".
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