Tal vez no haya cambiado todo lo que tenía que cambiar, pero
sí hay una cosa clara: en el último lustro, España ha pasado de ser,
literalmente, el furgón de cola de las economías industrializadas al pelotón de
cabeza.
Eso, si se miran las cosas de la forma más negativa posible. Si la
lectura es un poco más optimista, resulta que España se ha convertido, y de
forma sostenida, en el país desarrollado de gran tamaño cuyo Producto Interior
Bruto (PIB) crece más.
Los previsiones que ayer publicó el Fondo Monetario
Internacional (FMI) así lo evidencian, ya que ninguna otra potencia económica
occidental superará el 2,6% que el organismo presidido por Christine Lagarde
estima que avanzará el Producto Interior Bruto (PIB) español.
En consecuencia,
España seguirá liderando el crecimiento económico mundial, tal y como ha hecho
durante los últimos dos años cuando los únicos países industrializados que
crecieron más que España tenían menos de 10 millones de habitantes: Nueva
Zelanda, Suecia, Israel, Luxemburgo, Irlanda, Islandia, Eslovaquia, y República
Checa.
La economía de los otros miembros del club de 39 naciones que el Fondo
considera «economías industrializadas» se están comportando mucho peor que la
de España. Eso es algo notable, porque en ese grupo hay países que sistemáticamente
crecen menos -casi todos los de la Eurozona, y, en especial, Alemania y
Holanda, pese a que sus ciudadanos no se gastan el dinero «en copas y en
mujeres», como diría Jeroen Dijsselbloem-, pero también están Corea del Sur y
Singapur, a los que tradicionalmente se asocia a tasas de crecimiento
escandalosas.
La demanda interna, las exportaciones y la construcción
impulsan a España
El 2,6% de crecimiento previsto para 2017, además, supone un
incremento de tres décimas respecto a la anterior proyección del FMI, y supera
asimismo el 2,5% que prevé el Gobierno.
Sin embargo, este dato parece demasiado
cauto, algo que ya reconoció el ministro de Economía, Luis de Guindos, cuando
presentó el cuadro macroeconómico, y que las últimas estimaciones se han
encargado de evidenciar.
A ello, BBVA Research
añade que se ha producido una aceleración en las exportaciones a pesar del
Brexit; que existe una «incipiente aceleración de la actividad del sector
inmobiliario»; y constata un crecimiento en la inversión en maquinaria y bienes
de equipo, que «parece haber salido de la atonía observada durante la segunda
mitad de 2016».
Desde la entidad bancaria, sin embargo, se matiza lo apuntado
por el FMI en materia de consumo interno ya que considera que la contribución
de las familias es algo menos que al cierre de 2016. Esto se debe, añade, a que
existe cierto «agotamiento de la demanda embalsada durante el periodo anterior
a la crisis». Asimismo, «el control del gasto de las administraciones públicas»
es otro factor que BBVA Research señala como negativo para la marcha de la
economía.
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