La plantilla de metro ha decidido este martes volver a
desenterrar el hacha de guerra que mantenía bajo tierra desde julio del año
pasado. En asamblea, los trabajadores han votado a favor de ir a la huelga
todos los lunes de forma indefinida a partir del 24 de abril. Harán una huelga
'low cost' para los trabajadores.
Pararán dos horas por turno, de 7 a 9 horas,
de 16 a 18 horas y de 20.30 a 22.30 horas. También han optado por romper la
negociación del convenio colectivo. Relaciones rotas entre patrón y empleado.
Mal augurio para la ciudadanía, que en el 2016 tuvo que aguantar un rosario de
protestas.
Es imposible conseguir una versión equilibrada en este
conflicto laboral. Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) dice una cosa.
Y los trabajadores, todo lo contrario. Y es así cómo ambas partes han aumulado
desde diciembre del 2015, cuando venció el anterior marco laboral, 68
reuniones. Con acuerdos de mínimos que permitieron, el pasado julio, una
relativa paz, la que ahora ha volado por los aires.
En noviembre se
decidió que era hora de pasar al voto secreto, pues algunos trabajadores habían
asegurado sentirse cohibidos por la situación cuando su sentir no era el de la
mayoría. El 14 de febrero también se votó boicotear el Mobile World Congress,
pero entonces venció el 'no' a la huelga.
Tras 68 reuniones de convenio colectivo, el comité de
empresa decidió convocar a los trabajadores para decidir el camino a seguir.
"Esto es una partida de ajedrez larguísima, y de momento la está ganando
la empresa", admitía este lunes un veterano sindicalista de CCOO. Vidal
asegura que la negociación tuvo un momento de inflexión en julio del año
pasado, cuando un acuerdo que incluyó un pago de 32 euros mensuales extras que
siguen cobrando allanó el sendero. "Se logró avanza de manera muy rápida
si se compara con el periodo anterior a este acuerdo".
También se pactó el reemplazo de jubilados por personal
eventual que debía pasar a jornada completa. Según Pere Ramon, presidente del
comité de empresa, desde enero ya no se cumple con esta condición. "Este
gobierno -el ayuntamiento de Barcelona en Comú- dice ser progresista, pero su
principal procupación no son los trabajadores y no me lo explico". La
concejala de Movilidad replica que "en ningún caso se daría respaldo a un
convenio colectivo que fuera lesivo para los derechos de los trabajadores".
Por todo ello, a Mercedes Vidal, el resultado de las unas le parece
"inverosímil" y ha recordado que la principal preocupación "es
la prestación del servicio público".
La asamblea también ha votado paralizar la negociación del convenio -hay encuentros programados cada martes y
jueves- "hasta que la empresa cumpla pactos, acuerdos y convenios".
Los temas se tratan de manera secuencial, esto es, hasta que no se cierra un
punto, no se inicia otro. Eso, según Vidal, causa que se avance "muy
despacio" y que los más práctico "quizás sería una negociación en
paralelo": si se atasca algo, se aparca (lo que no implica dejarlo de
lado) y se toma otra senda. Una tercera papeleta en las urnas preguntaba sobre uno de estos asuntos estancados:
el trato a las trabajadoras embarazadas.
Así las cosas, Barcelona parece volver a encarar una época
de huelgas en el transporte público. No es ni mucho menos una situación nueva
si tenemos en cuenta que en el 2016 hubo 15 días sin metro,
que coincidieron con grandes acontecimientos, como el Mobile World Congress,
Alimentaria o el Barça-Madrid.
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