Los Supermercados Dia pasan por el que quizá sea el peor
momento de su historia.
La cadena de distribución a bajo precio ha caído en
Bolsa esta semana más de la mitad de su valor y podría no cumplir el criterio
de capitalización mínimo para seguir en el Ibex 35. Una cascada de
circunstancias que no fueron convenientemente explicadas por la empresa
precipitaron que solo el lunes perdiese más de 500 millones de capitalización.
Ante la perplejidad de algunos analistas y el “ya lo intuíamos” de otros, se
sucedieron los cambios: la presidenta, Ana María Llopis, anunció su dimisión y
su director de corporativo, Amando Sánchez, fue suspendido de empleo siguiendo
la estela del despido fulminante del consejero delegado, Ricardo Currás, este
verano.
La empresa admitió el lunes lo que ya sospechaba el banco JP
Morgan (y expresó en un demoledor informe): en el mejor de los casos, este año
logrará un resultado de explotación de entre 350 y 400 millones, lo que supone
un recorte de entre un 29% y un 38% sobre el de 2017. La parca explicación a
este hundimiento, —“la caída de las ventas y el aumento de los gastos
operativos”—, añadió más inquietud al mercado. La falta de confianza ha llevado
a los inversores a vender con minusvalías antes de seguir viendo cómo se
deteriora un valor que, además, ha visto suspendido el dividendo y es acosado
por inversores que apuestan por que baje de precio. Por si fuera poco, el grupo
reconocía, sin explicar el motivo, que este año tendrá un “deterioro
patrimonial” de unos 70 millones, así que tendrá que reformular las cuentas,
algo que también hizo el año pasado.
“Es una compañía que ha sido ordeñada; ha perdido
competitividad; no se sabe bien cómo está posicionada; su marca propia no es
competitiva contra Hacendado (Mercadona), o frente a la de Lidl”, enumera un
analista del sector conocedor de la empresa. Dice que ha sido ordeñada por una
combinación de errores en la gestión empresarial y falta de visión de mercado.
Habla de una estrategia basada solo en el crecimiento de la facturación (en
2016 alcanzaron su techo, de 8.669 millones, y bajaron a 8.620 en 2017) sin
atender a uno de los indicadores más importantes en distribución: el de la
rentabilidad del metro cuadrado de superficie comercial. Dia, con unos 3.000
euros en ventas por cada metro que tiene en sus supermercados, presenta uno de
los peores ratios de la gran distribución española, frente a los más de 9.000
euros que consigue Mercadona o los más de 7.000 de Carrefour. Es, resume el
analista, un grupo “gestionado de manera cortoplacista”, que ha ido acercándose
al precipicio con el abuso de herramientas como el factoring (cobro inmediato
de facturas a cambio de una comisión por el traspaso de su gestión a otra
empresa) que pueden llegar a crear un problema de deuda; o alimentando expectativas
de beneficio que se han demostrado fallidas.
“Su principal foco de
riesgo es España y Portugal, donde tienen bastante competencia en el mercado
per se. Además, están pagando la ruptura de su acuerdo con Eroski y su posición
para negociar con proveedores se ha debilitado”, reflexiona Ana Gómez, analista
de Renta 4. “A eso se suma que la presentación de su plan estratégico puede
retrasarse” añade. La cadena más internacionalizada del país también suma
fracasos en varios mercados: este año sufre en Argentina por la devaluación de
la moneda y se ha visto dañada por la huelga de transportistas en Brasil.
Anteriormente su expansión en China terminó con la venta de sus 378
supermercados en Shanghái. En Francia sí consiguió vender (en 2014) 800 tiendas
a Carrefour, pero la compañía francesa acabó confesando que aquello fue una
ruina —en enero de este año presentaron un plan para deshacerse de 243 de esos
puntos de venta y no lo consiguieron—. Dia suma problemas con los franquiciados
que dicen ser acosados por la agresiva política comercial de la compañía y que,
aunque no han ganado sus pleitos en los juzgados, sí han provocado un daño
importante de imagen a la marca.
El futuro de la cadena lo decide desde esta semana el
empresario ruso Mikhail Fridman, socio mayoritario del grupo. El 28 de julio de
2017 su grupo empresarial, que controla una popular cadena de distribución en
su país con 13.685 tiendas, entró en la firma española con el 10%. Ese día las
acciones terminaron cotizando a seis euros. En enero de 2018 elevó su
participación hasta el 25%, y el 28 de septiembre redondeó su cartera hasta el
29%, cuando los títulos ya habían caído a dos euros. A un paso de lanzar una
oferta por la totalidad del capital, algo que tendría que hacer si rebasa el
30%, Fridman podría intentar la operación a finales del próximo enero para
aprovechar los bajos precios de la cotización. Mientras, su hombre fuerte,
Stephan DuCharme, ha asumido las funciones de presidente.
En el mercado, la valoración sobre la estrategia de Friedman
es dispar. Algunos analistas piensan que se ha confiado demasiado, que pensaba
rentabilizar pronto su inversión porque conoce el negocio. Otros, en cambio,
hablan de un exceso de confianza sobre la salud de Dia.
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