El acoso sexual no es justificable aunque el agresor sea
“afable, bromista y cariñoso”. Así lo ha determinado el Tribunal Superior de
Justicia (TSJ) de Canarias en una sentencia por la que declara procedente el
despido de un jefe que “piropeaba” a una de sus trabajadoras con expresiones
como “qué buena que estás”, llegando incluso a agarrarla por la cintura y a
propinarle cachetes en el trasero.
El resto de empleados
describieron al jefe como “afable, bromista y cariñoso con todos los compañeros
de uno y otro sexo”, justificando sus actos diciendo que buscaba la unión de
todo el equipo e intentaba "generar un buen clima laboral”. Sin embargo,
el tribunal determina que, a pesar de la visión positiva que tenían los
trabajadores de su superior, el comportamiento descrito “crea un ambiente
laboral intimidatorio, hostil y humillante”.
La empleada, camarera de profesión, denunció a uno de sus
jefes por sus continuas bromas de carácter sexual en referencia a su físico.
Esta actitud se acentuó al irse otro de sus superiores de vacaciones, llegando
a soltar comentarios como "si estuviese soltero estaríamos
desgastados", o proposiciones de “ir al office a hacerlo”.
Además, en la carta de despido se hacía referencia a un
incidente en el que el hombre se encerró con la trabajadora en la despensa,
comenzando a besarla en el cuello, lo que ella rechazó. A raíz de ese momento
el hombre cambió su comportamiento, amenazándola con cambios de turno y
dirigiéndole comentarios como que no servía para nada. Sin embargo, nada de
esto fue considerado probado, y sólo quedó constancia de que el jefe dirigía
expresiones del tipo "qué guapa eres", "qué buena que
estás" y la cogía por la cadera.
El juzgado que examinó el caso en primer lugar rechazó
calificar esta conducta como acoso sexual. No obstante, el TSJ canario se opone
a este criterio y razona que por muy afable y cariñosa que sea una persona,
“hay determinados comportamientos que objetivamente son inadecuados y que sólo
de mediar consentimiento de la persona a la que se dirigen son aceptables”.
El órgano judicial agrega que “la mujer cuando trabaja, al
igual que el hombre, tiene derecho a hacerlo en un clima de respeto”, y no
considera respetuoso ni tiene en cuenta la dignidad propia “que se alabe tu
condición física como mujer en lugar de ponderarse la calidad del trabajo”.
El buen ambiente se genera mediante la igualdad de trato, la
cual “no incluye degradar a una compañera de trabajo simplemente por ser
mujer”. Por todo esto, el TSJ confirma el despido del jefe y lo declara procedente
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