No es habitual que lo primero que se encuentre alguien al
entrar en la sede de una empresa sean un par de hamacas y un futbolín, sobre
todo si la empresa no se dedica a manufacturar hamacas o futbolines. Pero
resulta que sí es habitual, o por lo menos, cada vez más frecuente.
Hamacas,
futbolines, billares, mesas de pimpón…
incluso toboganes, esa excentricidad –o no– que adorna la sede central
de Google en California, probablemente el paradigma de la nueva tendencia en
sedes empresariales. Las oficinas de la 'start-up' barcelonesa Byhours, en
constante crecimiento desde el 2012, año de su fundación, gracias a la
aceptación que ha tenido su oferta de microestancias en hoteles de todo el
mundo, se corresponden con este paradigma, y lo que se encuentra el visitante
nada más entrar es eso, dos hamacas y un futbolín. Y no fabrican ninguno de los
dos.
No son detalles anecdóticos: que resulte gozoso encontrar
esa clase de atrezo en la entrada de un lugar de trabajo no debe distraer de lo
que simboliza, a saber, una nueva forma de entender el espacio laboral.
"Las empresas más jóvenes buscan que el entorno laboral no sea el de la
típica oficina seria de: ‘Bueeeno… Me voy a trabajar'", dice Marta
Ametller, la interiorista responsable de diseñar y dotar de personalidad los
300 metros cuadrados que la sede de Byhours ocupa en Pier01 Barcelona Tech
City, el edificio por excelencia de las 'start-ups' en Barcelona. "Nos
interesaba que fuera un espacio diáfano, sin puertas, sin barreras, que
favoreciera la comunicación entre los distintos departamentos", explica
Rosa González,
Prima la madera en el lugar, es decir la calidez. Hay un
centro gravitacional que aquí se conoce como la grada, algo así como la
adaptación moderna y funcional de un anfiteatro romano, pensado para las
grandes reuniones. "Para las reuniones de empresa –precisa González–,
donde cada responsable de departamento expone sus avances, por ejemplo".
En torno a la grada, y siguiendo el movimiento de las manecillas del reloj, ahí
está Márketing y Operaciones, ahí está Hoteles, ahí está la Dirección –aquí le
dicen Management– y ahí están la cocina y el bar (Bar Ours), incorporados al
espacio como si esto fuera un piso con cocina americana, –hablando en términos arquitectónicos–.
También hay dos pequeñas salas de reuniones: más convencionales, se tiene la
tentación de apuntar –la mesa, las sillas…– si no fuera porque las presiden
sendas pizarras de las de antaño con un aire, si uno las mira de lejos
–estéticamente hablando, es decir– a las que se han puesto de moda en ciertas
cafeterías presumidas. Lo que revelan de cerca es una mezcla de contenidos de
empresa y mensajes de motivación.
De hecho, los mensajes de motivación son una constante. En
una de las paredes que circundan Márketing y Operaciones hay dos grandes
carteles enmarcados con, más que frases, arengas: casi puede uno imaginarse al
Coronel Motivación inflamando a la tropa con sus soflamas. Se podría hablar de
los otros pequeños mensajes desperdigados por el lugar, un poco como las
piedras de Pulgarcito, pero estos dos cuadros son los reyes de la motivación.
"Tu tiempo es limitado, así que no lo malgastes viviendo la vida de otro.
Que no te atrape el dogma, que es vivir según los resultados de la reflexión de
otros. No dejes que el ruido de otras opiniones ahogue tu propia voz interior,
y más importante, ten el coraje de seguir a tu corazón y a tu intuición. De
alguna manera, ellos ya saben en lo que de verdad quieres convertirte. Todo lo
demás es secundario", reza –en inglés– uno de ellos. Algún efecto debe
tener leer ese tipo de cosas cada día, o al menos mirarlas de reojo. O
simplemente saber que están allí.
Sí, se respira algo distinto. No es la oficina de antaño, es
posible que ni siquiera sea correcto llamarle oficina. "Un requisito
fundamental –explica Ametller– era que los trabajadores tuvieran el entorno
perfecto para desarrollar sus capacidades. Analizamos conjuntamente las
necesidades de cada departamento, su manera de trabajar, la forma en que se
comunican entre ellos y con la dirección, la privacidad que necesitaban y la
que no, y buscamos a nivel de interiorismo materiales que transmitieran
transparencia". Sí, hay hamacas: las utilizan los empleados cuando llaman
desde el móvil, por ejemplo, o para tener una conversación a dos. Hay futbolín:
se juega al final del día o en la pausa para comer. Hay por ahí hasta una red
de pimpón. Pero no hay que llamarse a error: aquí se viene a trabajar. Hay de
todo lo dicho hasta ahora, pero también hay silencio y concentración.
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