Casi un 35% de las compañías tiene implementados procesos
que aseguran el cumplimiento de la normativa internacional de protección de
datos, mientras que la mayoría aún tiene lagunas en áreas clave.
A pesar de que las empresas que, a partir del 25 de mayo, no
cumplan con el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) se arriesgarán
a multas de hasta 20 millones de euros o el 4% de la cifra de negocio global
(hasta ahora el máximo llegaba a 600.000 euros), tan sólo un tercio de ellas
está completamente preparada para su entrada total en vigor, según el informe
Global Data Privacy Snapshot 2018, elaborado por DLA Piper.
"Muchas compañías piensan que bastarán unos retoques
formales en lo que ya estaba implantado para cumplir adecuadamente el
reglamento europeo y su futura ley orgánica de acompañamiento y no es
verdad", alerta Diego Ramos, socio y director del departamento de
propiedad intelectual y tecnología de la oficina de Madrid de DLA Piper, que se
muestra preocupado por la inercia que están mostrando muchas organizaciones
respecto al planteamiento de la protección de datos.
Desde 1992, cuando se aprobó la primera ley orgánica
española en materia de protección de datos personales, ha habido varias
modificaciones legales y reglamentarias, pero el experto asegura que la
filosofía general del sistema se ha mantenido igual. A pesar de ello, todo
cambiará a partir del 25 de mayo, ya que se establecerán unas directrices
claras y únicas a nivel europeo, que serán de obligado cumplimiento para todas
las empresas que operen en la UE, independientemente de si están establecidas o
no en suelo comunitario.
Hasta el momento, los sectores financiero y el tecnológico
son los alumnos más aventajados, aunque las diferencias actuales en
cumplimiento no vienen tanto por industrias concretas, sino por los perfiles de
compañías. En este sentido, los grupos con más actividad internacional
comenzaron a adaptarse a finales de 2016 y en 2017, mientras que a los más enfocados
al mercado doméstico les está costando un poco más, pero "por el hecho de
que una empresa tenga poca o ninguna actividad fuera de España no tendrá más
tiempo para adaptarse, ni menos riesgo de sanción, sino justamente lo
contrario", avisa el socio de DLA Piper.
Además de las multas graduales según el tipo de infracción,
el reglamento europeo establece un régimen reforzado para que los perjudicados
puedan pedir indemnizaciones independientes de las sanciones. También incluye
la posibilidad de representación colectiva que puede facilitar esas
reclamaciones. Por este motivo, Diego Ramos insiste en que "tener una
política de gestión de datos personales realmente sólida es
indispensable".
Para conseguirlo, el socio de DLA Piper en España explica
que hay que analizar a fondo lo que la compañía hace de verdad con los datos
personales y diseñar un modelo jurídico específico, dentro de las variadísimas
opciones que el nuevo reglamento ofrece, para evitar sorpresas indeseadas en
forma de bloqueo de operaciones, denuncias o sanciones
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