Con una tijera en la mano y los trabajadores avisados. Así
será el desembarco de los ejecutivos de Henkell en las bodegas de Freixenet en
Sant Sadurní d’Anoia. En sus auditorías, la compañía alemana constató que era
necesario un recorte del gasto con tal de obtener los estándares de
rentabilidad deseados. Y sólo hay un camino para lograrlos: despidos.
Fuentes del sector explican a Economía Digital que una vez
los hombres de la firma germana se asienten en el Penedès comenzarán a
producirse las salidas. “Ya sea en forma de expediente de regulación de empleo
o de manera escalonada, en Alemania tienen claro que hay que recortar
plantilla”, explican. Ahora mismo, 1.400 trabajadores conforman la estructura
del líder del cava.
Un portavoz de Henkell admite a este medio que la unión
“puede incluir cambios organizativos y de personal con el tiempo”. Unas modificaciones
que, aseguran, se “trabajarán y acordarán juntos de una manera calmada y
equilibrada”. Hasta que las autoridades de competencia europeas no aprueben la
operación –para lo que faltan varias semanas--, no se abordarán los ajustes.
Pero Henkell no lo tendrá fácil. Desde Comisiones Obreras,
con mayoría en el comité de empresa, ya esperan que los ejecutivos alemanes se
sienten en la mesa para negociar el nuevo Plan Industrial. "Trabajaremos
para conseguir la consolidación de un proyecto industrial de futuro, así
como garantizar la ocupación en todas las empresas del grupo".
No obstante, las bajas podrían producirse a través de
prejubilaciones y bajas incentivadas al tratarse del primer ERE que afrontaría
la empresa y el segundo del sector. El primero lo presentó Codorníu el pasado
verano para un centenar de trabajadores
Las rebajas laborales serán requisito indispensable
para poder sacar rédito de la estrategia que el grupo alemán prepara para la nueva
Freixenet: primar los cavas baratos, de entre tres y cinco euros, por encima de
las gamas premium. El recorte y las sinergias obtenidas gracias a que
Henkell es el distribuidor del producto en su país son dos argumentos de peso
para creer en que maximizará los números negros.
El cava barato es mayoritario en las estanterías de los
supermercados españoles. Si bien es difícil trazar una línea alrededor de una
característica subjetiva, sí hay un indicador claro: en 2017 el 32,5% del
espumoso que se vendía en el país era de marca blanca. Y aunque las
grandes consultoras no ofrecen datos a nivel mundial, los datos apuntan a que
el porcentaje es incluso mayor en el resto de Europa, el gran mercado de
Henkell.
Debido a la necesidad de los ajustes, otras firmas más
arraigadas al territorio como Damm y Coca-Cola descartaron
la adquisición tras meses de estudio ante la obligación de compartir las ya
pequeñas ganancias con un distribuidor.
Las ventas del líder del cava no despegan. Freixenet cerró
el ejercicio 2016-2017 con unos ingresos de 535,1 millones
de euros, apenas el 1,1% más que los 529 millones de euros del año
anterior. La compañía catalana sigue con las ventas estancadas a la espera del
aterrizaje de Henkell, que le proporcionará unos canales de distribución
más potentes para expandirse internacionalmente.
La empresa multiplicó por cuatro los beneficios, de 2,39
millones a 8,4 millones de euros. La contención de costes ya iniciada
por Enrique Hevia, presidente ejecutivo desde enero de 2017, ayudó a
maquillar unas cuentas en las que también influyó la apuesta de la sociedad por
las botellas más caras, y por tanto con mayor margen, frente a las baratas.
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