Sólo cuatro meses después de que Ramon Raventós Basagoiti
asumiera la dirección general del grupo Codorniu Raventós, este lunes se
anunció a la plantilla de la compañía un nuevo ERE (expediente de regulación de
empleo) que afectará a 79 trabajadores. La empresa argumenta la necesidad del
ajuste de plantilla para “focalizar los recursos en la adecuación del negocio,
y en el crecimiento y construcción de las marcas de mayor valor”, y señala que
se reajustarán todas las áreas de negocio.
De los 79 trabajadores afectados por el ERE –de una
plantilla de unos 700 empleados–, 43 corresponden al centro de Sant Sadurní
d’Anoia, 26 al de Esplugues de Llobregat y 10 al de Raimat. En el caso de las
oficinas de Esplugues, supondrá el traslado de los empleados a las históricas
cavas de Sant Sadurní. El traslado, según la dirección, “permitirá aprovechar
las sinergias y las polivalencias de todos los departamentos, para lograr una
visión transversal del negocio y de los procesos, agilizando así la toma de
decisiones y potenciando el trabajo en equipo”.
La compañía asegura que la reestructuración se hará de forma
socialmente responsable, ofreciendo un plan de prejubilaciones y programas de
acompañamiento para los empleados afectados. La dirección afirma que la
representación de los trabajadores (Comisiones Obreras es la fuerza mayoritaria
con cerca del 90% de los delegados) “está haciendo un trabajo exigente pero
constructivo, y contamos con su participación para el desarrollo del proyecto
en el futuro”.
Tras confirmarse en octubre del año pasado la compra de
Codorniu por parte del fondo de inversiones norteamericano Carlyle, CC.OO.
exigió a la nueva dirección del grupo “garantías de futuro para los
trabajadores”. Los comités de empresa de Esplugues, Raimat y Sant Sadurní
quisieron trasladar ayer a la plantilla un mensaje de “fuerza y unidad”, y
anunciaron que “vamos a trabajar al máximo para intentar minimizar los posibles
efectos negativos de esta decisión tomada por la dirección de la empresa”.
En su comunicación a los trabajadores, el director general
del grupo señala “la vuelta al origen y la concentración del esfuerzo en el
trabajo en nuestro viñedo es la única vía posible para asegurar el futuro de la
compañía para generaciones venideras y del propio sector”. Y añade que
“necesitamos recuperar la humildad necesaria para cultivar con respeto y
honestidad, y para atender al cliente como se merece”.
En mayo del 2017, Codorniu y los sindicatos ya pactaron, por
amplia mayoría, un ERE que afectó a 71 empleados. Inicialmente la empresa había
planeado despedir a 93 trabajadores. A finales de octubre del 2017 el aquel
entonces director general de Codorniu, Javier Pagès, aseguró que ese sería el
último reajuste de la plantilla.
En noviembre del 2018 Carlyle, que se hizo con más del 55%
del capital de Codorniu por 390 millones de euros, anunció la compra del grupo
de bodegas Gleva, para fusionarlo con Codorniu.
No hay comentarios:
Publicar un comentario