En pleno debate en el Pacto de Toledo sobre la reforma del
sistema de pensiones, y con el la Seguridad Social esquivando tensiones
financieras a cuenta de la subida de las pagas, el FMI arroja en un informe dos
líneas maestras que podrían cerrar la sangría entre ingresos y gastos del
Sistema.
En el informe publicado en la madrugada del miércoles, El
futuro del ahorro: El papel del diseño de los sistemas de pensiones en un mundo
envejecido, el organismo expone diferentes alternativas para paliar los
desequilibrios financieros que amenazan la salud de las economías
desarrolladas, con especial atención al papel de los más jóvenes.
Así, para las prestaciones de jubilación excesivamente
generosas debido a los altos coeficientes de prestaciones o a la baja edad
legal de jubilación se pueden interactuar con las tendencias demográficas
proyectadas para reducir el ahorro agregado. De este modo, la reducción de la
generosidad de las pensiones públicas, "mediante la reducción de las
prestaciones de jubilación anticipada o de los coeficientes de prestaciones"
podría atenuar las vulnerabilidades fiscales a largo plazo y moderar la caída
del ahorro agregado.
Para contrarrestar estas tendencias, los trabajadores de hoy
tendrán que prepararse para el futuro ahorrando más y ampliando su vida
laboral. En las economías avanzadas, donde las pensiones se han reformado en
gran medida, para los nacidos entre 1990 y 2009, las simulaciones sugieren que
el aumento de la edad de jubilación en cinco años (del promedio actual de 63 a
68 años en 2050) cerraría la mitad de la brecha proyectada en los coeficientes
de prestaciones en relación con los jubilados actuales.
Además, si los miembros
de la misma cohorte reservaran un 6 por ciento adicional de sus ingresos cada
año, cerrarían la otra mitad de la brecha en la relación de beneficios. Las
políticas del sector financiero y del mercado laboral podrían apoyar estos
cambios de comportamiento, teniendo en cuenta la escasa cultura de ahorro en
algunos países afectados, como España.
Además, el FMI pide impulsar el ahorro privado mediante la
mejora de la arquitectura del sistema de pensiones. La presencia de un esquema
de prestación definida puede apoyar tasas de ahorro privado más altas,
atenuando el efecto negativo del envejecimiento sobre el ahorro nacional.
"Los países con un entorno favorable podrían considerar
la posibilidad de complementar el sistema público de pensiones con un sistema
de capitalización de los países en desarrollo", señala el Fondo.
Sin embargo, estas reformas no son la panacea para hacer
frente al desafío del envejecimiento; por ejemplo, es posible que muy pocas
personas estén cubiertas o contribuyan al sistema, o que las contribuciones a
lo largo de la vida laboral de una persona no sean suficientes para
proporcionar las prestaciones de pensiones adecuadas en el momento de la
jubilación, ya que muchos fondos de pensiones privados carecen de fondos de
pensiones. Además, señala que "los rendimientos futuros de los ahorros
(tipos de interés y de inversión) en un mundo que envejece podrían ser
inferiores, lo que daría lugar a rendimientos inferiores a los esperados sobre
los activos acumulados en dichos sistemas".
Por ello, desde el organismo que dirige Christine Lagarde se
reconoce que aunque las reformas en curso y previstas mejorarán la
sostenibilidad del sistema de pensiones también disminuirán las ratios medias
de prestaciones considerablemente en muchos países. Por lo tanto, "habría
que calibrar cuidadosamente las reformas adicionales del sistema de pensiones
para evitar que se reduzca el bienestar de los futuros jubilados y se alimente
la pobreza entre las personas mayores", señala el informe.
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