Los excedentes empresariales han crecido a una velocidad
superior a la del conjunto de las rentas salariales, especialmente en
Catalunya, durante el periodo de crisis. El argumento pudo oírse en voz de los
sindicatos en las manifestaciones del pasado Primero de Mayo para denunciar que
la recuperación no ha llegado a todos con la misma intensidad. En Catalunya, la
remuneración de los asalariados ha pasado de representar el 48,5% del PIB en el
2007, en los albores de la crisis, al 45,9% en el 2016. En cambio el excedente
bruto de capital –concepto que engloba los beneficios empresariales, las rentas
inmobiliarias y otras rentas no salariales- pasó de representar el 41,8% del
PIB al 44,7% en el mismo periodo.
En valores absolutos, mientras que las rentas salariales han
tardado hasta el 2016 para recuperar las cifras del 2007, los excedentes brutos
de explotación son un 12% superiores a los que había justo cuando se inició la
crisis. El concepto de remuneración de los asalariados incluye tanto los
salarios como las cotizaciones sociales; el excedente bruto de explotación son
las rentas generadas en el proceso de producción excluidos los salarios. Se
trata, en cualquier caso, un intento de aproximación estadística para
determinar qué parte del pastel se llevan los salarios y qué parte la propiedad
de las empresas. Según el Banco de España, el excedente bruto de explotación
suele utilizarse como medida de rentabilidad empresarial.
¿Por qué se recupera con mayor velocidad la rentabilidad
empresarial que las remuneraciones salariales? “Las empresas hicieron un ajuste
muy importante y ahora se recuperan más rápido”, responde Carme Poveda,
directora de análisis económico de la Cambra de Comerç. Poveda añade que, al menos
desde un punto de vista teórico “es importante que aumente el excedente porque
permite a las empresas reinvertir una parte, con lo que generan más empleos y
mejores salarios”.
Joan Tugores, catedrático de Ciencias Económicas en la
Universitat de Barcelona, señala que esa es la versión políticamente correcta:
en principio, una mejora de los beneficios empresariales hoy significa más
empleos mañana. No obstante tanto Poveda como Tugores creen que se trata de una
interpretación teórica.
La realidad es que una parte de los asalariados ha sufrido
una devaluación salarial durante una crisis que ha sido más larga de lo
habitual. Las estadísticas sobre remuneraciones de asalariados muestran que se
han tardado 9 años en recuperar el nivel del 2007. “Los resultados muestran que
el tiempo que la economía ha tardado en recuperarse ha sido más grande que en
otras ocasiones”, reflexiona Tugores.
Sin embargo, hay economistas como José García Montalvo,
catedrático de Economía de la UPF, que considera que las estadísticas sobre
rentas salariales y excedentes de explotación no permiten analizar con detalle
la evolución de los salarios porque no incluyen todo lo que se paga a los
empleados ni tampoco discriminan qué incorporan los dos conceptos.
En las estadísticas que acompañan esta información se
comprueba como los excedentes empresariales en Catalunya se han recuperado a
mayor velocidad que en el conjunto de España. Joan Tugores cree que una posible
explicación está en que “en Catalunya la estructura empresarial es más
intensiva en capital que en el conjunto del Estado, de tal manera que el
porcentaje de excedente es mayor”. Tugores añade que los excedentes de explotación
son mayores en los países desarrollados que en el resto.
El menor incremento de los salarios puede deberse también a
la pérdida del “poder de negociación” de los representantes de los
trabajadores. En los años más duros de la crisis entre el 2013 y el 2015, el
incremento medio pactado en los convenios colectivos fue de entre el 0,5% y el
0,69%.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE) recuerda en un informe que la productividad está directamente
relacionada con los salarios. Una pérdida de productividad provoca una caída de
los salarios medios reales y, por ende, un desplome del PIB de las economías al
perder fuerza la demanda nacional.
Del estudio se desprende que un mayor uso de
mano de obra contribuye al crecimiento, como han mostrado Reino Unido o Estados
Unidos. Pero esta relación refleja dos efectos contrarios. Por un lado, un
aumento de la mano de obra reduce las tasas de desempleo, pero a la vez se ha
demostrado que cae el promedio de horas trabajadas por empleado.
Según la OCDE,
esto provoca que la mayoría de contratos sean a jornada parcial y a menudo en
puestos de baja productividad. La solución para la OCDE pasa por aumentar la
productividad trabajando de manera “inteligente”, en lugar de trabajar “más
duro”. Por otro lado, la menor inversión en equipos y maquinarias ha provocado
también que la productividad caiga en general . La caída de la inversión se ha
producido en todas las economías del G7 desde que la crisis del 2008. La
inversión en I+D , aunque se ha mantenido en los últimos años bastante estable,
también ha caído en comparación a las tasas anteriores a la recesión.
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