Lucía, de 28 años, licenciada en Ciencias Ambientales y con
un máster en Prevención de Riesgos Laborales, ha sufrido todos los males que
afectan a los becarios españoles: tuvo sueldos míseros que no le ayudaban a
cubrir sus necesidades básicas, encadenó prácticas sin llegar a obtener un
contrato estable, ejerció labores de alta responsabilidad sin tener un tutor
que guiara sus pasos y tuvo que matricularse en cursos de formación para poder
continuar con las prácticas una vez que acabó el posgrado. La precariedad y la
explotación laboral de los becarios españoles es una realidad. Aunque estos
trabajadores también ven el lado positivo de su periodo de prácticas: aceptan
estos puestos para insertarse en el mercado laboral, les ayuda a mejorar su
currículum y la mayoría se sienten como uno más del equipo.
Se destruyen puestos de trabajo y se precariza el mercado
laboral. España es el segundo país de la Unión Europea, solo por detrás de
Eslovenia, con mayor porcentaje de titulados que han hecho prácticas al
finalizar sus estudios, según el informe Jóvenes y empleabilidad 2015, de la
OCDE. Es el doble que la media europea (33%). Este alto número de becarios
demuestra que las empresas españolas acuden a los trabajadores en prácticas
para ahorrar costes salariales y cubrir bajas de trabajadores más experimentados.
"Con esta práctica se destruyen puestos de trabajo reales y se precariza
el mercado laboral", según la profesora de la Universitat Oberta de
Catalunya, Ana Gálvez.
El caso más extremo es el de los becarios que realizan un
trabajo para la empresa pero no reciben ninguna remuneración: solo el 42% de
los empleados en prácticas españoles cobran un sueldo, según el informe La
experiencia de los becarios en la Unión Europea, de la Comisión Europea. En
muchos casos se les compensa con dietas o alojamiento (algo común entre los
becarios que hacen prácticas en hoteles) o con dinero para el transporte.
"Me pagaban solo 20 euros para el abono transporte, por media jornada de
trabajo, que es prácticamente como si no te dieran nada", recuerda Shelia,
que fue becaria en una empresa de audiovisuales.
El estereotipo de becario haciendo fotocopias para los
compañeros y llevando cafés al jefe se cumple en el 13% de los casos, según una
encuesta realizada por la plataforma Becatester. Es mucho más habitual el caso
contrario: el 40,4% de encuestados se siente explotado, ya que desempeña las
mismas funciones que el resto de sus compañeros, pero sin tener la misma
formación ni el mismo sueldo.
Muchos jóvenes que entran como becarios a una empresa tienen
la esperanza de continuar trabajando allí cuando finalice su periodo de
prácticas. Pero solo logra quedarse el 36,2%. "Contrataron a otro becario
para sustituirme una o dos semanas antes de que acabara yo", recuerda
Sheila. "En el hotel ponían a un becario detrás de otro. Y en otra empresa
en la que estuve, una constructora, había becarios que llevaban tres años
allí", apunta Lucía.
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