Las horas extra de los asalariados cayeron en todo 2019.
Pero entre la segunda parte del año (-9,3%) y la primera (-11,6%) hay una gran
diferencia: en el segundo semestre, especialmente en los últimos tres meses, la
caída estuvo protagonizada por el importante bajón de las no pagadas. De julio
a diciembre, el tiempo de trabajo por encima de la jornada pactada sin
retribuir cayó un 13,3% respecto al mismo semestre de 2018, según el INE. Es
justo el periodo en el que estuvo vigente la obligación de las empresas de
registrar todas las horas que trabajan sus empleados para que pueda consultarlo
la Inspección. Las fuentes consultadas coinciden en que esta medida ha
contribuido a reducir las horas extra, aunque admiten que también pudieron
influir otros factores.
Bien entrado mayo del año pasado entró en vigor una de las
medidas laborales más polémicas que adoptó el Gobierno de Pedro Sánchez que
salió de la moción de censura: obligó a todas las empresas a llevar un registro
horario sobre la jornada de sus empleados, una medida que estuvo vigente a lo
largo de la segunda mitad del año. En ese tiempo, los asalariados hicieron 4,75
millones de horas extra sin cobrar, unas 725.000 menos que en el mismo periodo
del año anterior, según la encuesta de población activa (EPA).
Si se observan por separado el tercer y el cuarto trimestre,
la caída fue menor en el tercero (-11,3%), cuando incluso bajaron más las horas
extra pagadas (-12,5%), que en el cuarto (14,9%). En cambio, en los últimos
tres meses del año, las retribuidas subieron. A pesar de esto, las horas sin
cobrar todavía suponen algo más del 40% de todo el tiempo de trabajo extra.
¿Se explica la caída de horas trabajadas por la introducción
del registro obligatorio de jornada? “Sí que creo que hay una relación entre
una cosa y otra”, apunta Manuel Francisco Sánchez Montero, secretario de Acción
Sindical de la federación de servicios de CC OO. Él participó en la negociación
de algunos de los acuerdos de registro horarios más destacados en los últimos
meses: el de banca, los de varias aseguradoras y alguna cadena de grandes
almacenes.
“Hay más conciencia en las empresas”, continúa Sánchez
Montero, pero su análisis sobre lo ocurrido va más allá del miedo de las
compañías a las sanciones. “También hemos notado un cambio en la actitud de la
gente”, añade. “Nos falta por ver es si esta caída se debe solo a la norma o a
partir de ahora va a ser algo cultural”, señala.
En UGT señalan que los datos avalan sus demandas. “Teníamos
razón. Esto demuestra que el registro horario y el aumento de actuaciones de la
Inspección tienen efecto”, reivindica un portavoz.
En CEOE no entran a valorar estas cifras. La patronal se
limita a apuntar que en la organización perciben que “las empresas se adaptan
con normalidad al cumplimiento de la ley”. “En la negociación colectiva se
están viendo formas de hacerlo”, añaden en referencia al amplio margen que deja
la norma a las conversaciones entre empresarios y trabajadores para adoptar el
registro horario.
Jesús Lahera es consultor del despacho de abogados Abdón
Pedrajas, que suele asesorar a empresas. “Había más descontrol y eso ahora se
ha ordenado”, afirma Lahera, también profesor de Derecho del Trabajo en la
Complutense de Madrid. “Ahora también hay más empresas en las que a partir de
determinadas horas se incentiva que el trabajador se vaya a casa, con medidas
como apagar las luces de las oficinas. Además, los empleados deben tener acceso
a la información de su tiempo de trabajo y saber cuándo superan la jornada”,
añade. La norma obliga a las empresas no solo a llevar un registro horario,
sino a conservarlo durante cinco años y ponerlo a disposición de los
representantes de los trabajadores, los propios empleados y la Inspección.
Algunas ramas donde se trabajan más horas extra sin
cobrarlas experimentaron caídas significativas en la segunda parte de 2019: en
el comercio (-21,1%), transporte (-23,9%), hostelería (-17,8%) o actividades
financieras y seguros (-22%). En cambio, solo en los hoteles y los restaurantes
habrían bajado más las remuneradas.
Ajuste con el frenazo
Las horas extra, especialmente las pagadas, son uno de los
primeros elementos de ajuste cuando la economía se frena. Si se reducen, bajan
los costes laborales sin conflictos ni despidos y se baja la producción para
adaptarse a la demanda. El año pasado, cuando se detectó una desaceleración en
la economía, hubo caídas del tiempo de trabajo extraordinario en los cuatro
trimestres. No obstante, la composición de esa rebaja fue cambiando con el paso
de los meses: en los primeros fueron las pagadas las que más retrocedieron; en
el último estas subían, mientras las no retribuidas se desplomaban.
El análisis detallado del tiempo de trabajo extra muestra
que la extensión de la jornada sin cobrar es un problema que se concentra mucho
más en los servicios: es más habitual en trabajadores de cuello blanco (como
los de finanzas) que en la industria manufacturera. Por ejemplo, casi cuatro de
cada cinco horas extra que hacen los empleados de banca y seguros no las
cobran; la relación se invierte —uno de cada cinco— en los obreros de las
fábricas, un sector con índices más altos de afiliación a los sindicatos.
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