El pico de precios de la peor crisis inflacionaria en cuatro
décadas en Europa podría estar cerca de quedar atrás, al menos para España. Los
precios de materias primas clave como las gasolinas o los cereales, que
alcanzaron máximos tras la invasión rusa de Ucrania, comienzan a dar señales de
alivio. El comienzo de la esperada 'desinflación' podría estar cerca. Sin
embargo, el proceso se antoja muy lento. El fuerte encarecimiento del gas en
Europa en las últimas semanas (con récords históricos de precios), amenaza con
prolongar todavía más la crisis de precios.
El barril de Brent
cotiza ya un 29% por debajo del máximo registrado tras la guerra, aunque su
precio se mantiene todavía un 23% por encima de la media anterior a la
invasión. Y el trigo se compra y vende en el mercado mayorista prácticamente al
mismo precio que cuando arrancó el conflicto. El alivio en los mercados
petrolíferos se ha notado en el surtidor. El precio medio de la gasolina 95 en
agosto es un 11% más bajo que en julio, mientras que el diésel se ha abaratado
un 8%.
"Las materias primas, el crudo… todo está bajando.
Buena parte de lo que ha generado inflación a partir de otoño del año pasado
está desapareciendo e incluso va a aportar deflación: los precios de esos
productos van a estar por debajo de lo que estaban hace un año", explica a
este periódico Manuel Hidalgo, profesor de economía en la universidad Pablo
Olavide e investigador en Esade. "Si no estamos en el tope, yo creo que ya
estamos viendo el final de la subida", añade.
"En el muy corto plazo el índice general [del IPC] se
va a moderar un poco. En agosto seguramente no tengamos subidas del diez y
pico, sino algo alrededor del 9%", explica un experto de una prestigiosa
institución de análisis española que pide no revelar su nombre. En julio, el
Índice de precios de consumo (IPC) interanual alcanzó el 10,8%, el máximo desde
que empezó la crisis inflacionaria y una cifra sin precedentes en 38 años.
"Es probable que a partir de agosto los crecimientos vayan reduciéndose,
acercándose más al 8 que al 10%. Para el último trimestre estaremos alrededor
del 8% y si las cosas van bien puede que bajemos hasta el seis", agrega
este especialista.
Sin embargo, no todas las materias primas se están
desinflando. El gas, el protagonista indiscutible de esta crisis, lleva
encareciéndose sin parar desde junio y ha alcanzado máximos históricos en los
últimos días. En España, esta fuente de energía es todavía un 63% más cara que
antes de que Rusia invadiera Ucrania, y a medida que se acercan los meses
fríos, las dudas sobre el suministro crecen.
Los altos precios del gas se están contagiando al mercado
eléctrico, aunque el tope al gas que España y Portugal pactaron con Bruselas en
primavera está amortiguando parcialmente el golpe. El precio de la luz
mayorista se ha disparado un 8,4% en agosto en comparación con julio, impulsada
por la subida del gas y la bajada en la producción de renovables.
No obstante, la excepción ibérica ha aliviado los precios de
la electricidad un 23,8% en agosto y un 19% en julio si se compara con un
escenario en que no se hubiese aplicado. Además, la evolución del precio de los
alimentos -más difícil de predecir- y un nuevo ascenso en el precio del petróleo
en los últimos días podrían traer sorpresas desagradables los próximos meses.
Los expertos consultados coinciden en que, aunque el
comienzo de la desinflación parece cercano, es prematuro dar por enterrada
todavía la crisis energética. El aterrizaje será lento. "[La desinflación]
puede durar de aquí a primavera, va a ser un proceso lento. Podríamos estar en
torno al 2% [de inflación] en primavera", explica Hidalgo. "El gas
todavía puede introducir algo de inflación a través de la energía eléctrica,
pero el precio de venta al público está topado: no crece tanto como en otros
países y eso es una garantía de que no va a aportar tanta inflación como en
Alemania", agrega. No obstante, el brutal encarecimiento del gas
registrado en Europa en los últimos días y las malas perspectivas para los
meses de inviernos arrojan dudas.
"No daría el shock energético por terminado y no sería
excesivamente optimista con una desinflación rápida. Los mercados de futuros
están descontando un final de año con menos demanda y con precios más bajos.
Parte de la desaceleración vienen de las expectativas de recesión",
defiende el otro analista consultado, que sostiene que no veremos una inflación
del 2% hasta 2024.
La posibilidad de que lo peor de la crisis inflacionaria más
profunda para España desde los años 70 haya quedado atrás alienta cierta
esperanza. Pero los motivos que están detrás de la desinflación de algunos de
los precios pueden tener un reverso amargo. Y esa cara B se llama recesión. Una
de las razones que podrían explicar la bajada de precio en esas materias primas
es que la demanda mundial se estaría frenando ante la perspectiva de una
contracción inminente de la economía mundial.
La Organización Mundial del Comercio ya aprecia que el
comercio mundial se ha ralentizado en el segundo trimestre y cada vez son más
los analistas (UBS o Goldman Sachs han sido los últimos) que vaticinan que la
zona euro podría entrar en recesión en la segunda mitad del año. Los
indicadores de actividad comienzan a reflejar un freno en el consumo en el
Viejo Continente con una nueva subida de tipos prevista en la eurozona en menos
de dos semanas.