La primera conclusión no es sorprendente: las familias españolas no llegan a fin de mes. Sin embargo, sí hay elementos de sorpresa.
1) Los jóvenes de la tercera edad han aumentado su gasto. Naturalmente, el asombro es menor si se observan las cifras de paro. Las pensiones están ayudando a cuadrar los presupuestos de muchas familias que han visto mermados sus ingresos por la perdida del trabajo.
2) La economía española, en su conjunto, no está ahorrando más sino menos (si se atiende a la tasa de ahorro como porcentaje del PIB). Desgraciadamente, la explicación no se encuentra en una menor precaución por parte de las familias, sino en un descenso de su renta real (ha disminuido el empleo y aumentado la inflación y el IVA) y, en consecuencia, no ahorran o incluso desahorran –gastan parte de su patrimonio– para poder consumir.
Esta afirmación se reforzaría con las declaraciones de Lagarde, directora del FMI, en Tokio en las que cuestionaba la “excesiva concentración temporal de los ajustes fiscales en Europa ”.
Causa cierta estupefacción que la presión fiscal (porcentaje de ingresos sobre PIB) haya caído un 6 por ciento; desde el 41 por ciento de 2007 hasta el 35 por ciento en 2011, ya que nuestro problema estructural de déficit no radica tanto –que también– en el exceso de gastos sino en la insuficiencia de ingresos.
Repasemos alguna de las medidas para paliar la crisis de ingresos.
1) La amnistía fiscal ha recaudado una cifra paupérrima a día de hoy. Probablemente por ello, el Gobierno amplió los supuestos y aprueba una ley contra el fraude fiscal. Además, la Agencia Tributaria estima que el 74 por ciento del fraude se debe a las grandes familias, grandes empresas y la gran banca; cuantificándolo en 44.000 millones (4,4 por ciento del PIB), mientras que las inspecciones se centran en autónomos y profesionales.
2) Otra medida es el aumento del IVA. Nuestro sistema impositivo no funciona y requiere una profunda reforma. Asimismo, el IVA era una petición de la UE que demandaba más impuestos y más eficaces. No obstante, la arbitrariedad de la distribución parece más que cuestionable.
Es decir, el peso del equilibrio de las cuentas publicas se basa en las clases aslariadas, que ven incrementados los impuestos directos (IRPF) e indirectos (IVA) y a la vez ven recortados los servicios publicos de sanidad, educación y seguridad ¡¡¡¡
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