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domingo, 21 de mayo de 2017

LAS RENTAS EMPRESARIALES CRECEN MAS QUE LOS SALARIOS



Los excedentes empresariales han crecido a una velocidad superior a la del conjunto de las rentas salariales, especialmente en Catalunya, durante el periodo de crisis. El argumento pudo oírse en voz de los sindicatos en las manifestaciones del pasado Primero de Mayo para denunciar que la recuperación no ha llegado a todos con la misma intensidad. En Catalunya, la remuneración de los asalariados ha pasado de representar el 48,5% del PIB en el 2007, en los albores de la crisis, al 45,9% en el 2016. En cambio el excedente bruto de capital –concepto que engloba los beneficios empresariales, las rentas inmobiliarias y otras rentas no salariales- pasó de representar el 41,8% del PIB al 44,7% en el mismo periodo.

En valores absolutos, mientras que las rentas salariales han tardado hasta el 2016 para recuperar las cifras del 2007, los excedentes brutos de explotación son un 12% superiores a los que había justo cuando se inició la crisis. El concepto de remuneración de los asalariados incluye tanto los salarios como las cotizaciones sociales; el excedente bruto de explotación son las rentas generadas en el proceso de producción excluidos los salarios. Se trata, en cualquier caso, un intento de aproximación estadística para determinar qué parte del pastel se llevan los salarios y qué parte la propiedad de las empresas. Según el Banco de España, el excedente bruto de explotación suele utilizarse como medida de rentabilidad empresarial.
  
¿Por qué se recupera con mayor velocidad la rentabilidad empresarial que las remuneraciones salariales? “Las empresas hicieron un ajuste muy importante y ahora se recuperan más rápido”, responde Carme Poveda, directora de análisis económico de la Cambra de Comerç. Poveda añade que, al menos desde un punto de vista teórico “es importante que aumente el excedente porque permite a las empresas reinvertir una parte, con lo que generan más empleos y mejores salarios”.

Joan Tugores, catedrático de Ciencias Económicas en la Universitat de Barcelona, señala que esa es la versión políticamente correcta: en principio, una mejora de los beneficios empresariales hoy significa más empleos mañana. No obstante tanto Poveda como Tugores creen que se trata de una interpretación teórica.

La realidad es que una parte de los asalariados ha sufrido una devaluación salarial durante una crisis que ha sido más larga de lo habitual. Las estadísticas sobre remuneraciones de asalariados muestran que se han tardado 9 años en recuperar el nivel del 2007. “Los resultados muestran que el tiempo que la economía ha tardado en recuperarse ha sido más grande que en otras ocasiones”, reflexiona Tugores.

Sin embargo, hay economistas como José García Montalvo, catedrático de Economía de la UPF, que considera que las estadísticas sobre rentas salariales y excedentes de explotación no permiten analizar con detalle la evolución de los salarios porque no incluyen todo lo que se paga a los empleados ni tampoco discriminan qué incorporan los dos conceptos.

En las estadísticas que acompañan esta información se comprueba como los excedentes empresariales en Catalunya se han recuperado a mayor velocidad que en el conjunto de España. Joan Tugores cree que una posible explicación está en que “en Catalunya la estructura empresarial es más intensiva en capital que en el conjunto del Estado, de tal manera que el porcentaje de excedente es mayor”. Tugores añade que los excedentes de explotación son mayores en los países desarrollados que en el resto.

El menor incremento de los salarios puede deberse también a la pérdida del “poder de negociación” de los representantes de los trabajadores. En los años más duros de la crisis entre el 2013 y el 2015, el incremento medio pactado en los convenios colectivos fue de entre el 0,5% y el 0,69%.


La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) recuerda en un informe que la productividad está directamente relacionada con los salarios. Una pérdida de productividad provoca una caída de los salarios medios reales y, por ende, un desplome del PIB de las economías al perder fuerza la demanda nacional. 

Del estudio se desprende que un mayor uso de mano de obra contribuye al crecimiento, como han mostrado Reino Unido o Estados Unidos. Pero esta relación refleja dos efectos contrarios. Por un lado, un aumento de la mano de obra reduce las tasas de desempleo, pero a la vez se ha demostrado que cae el promedio de horas trabajadas por empleado.

 Según la OCDE, esto provoca que la mayoría de contratos sean a jornada parcial y a menudo en puestos de baja productividad. La solución para la OCDE pasa por aumentar la productividad trabajando de manera “inteligente”, en lugar de trabajar “más duro”. Por otro lado, la menor inversión en equipos y maquinarias ha provocado también que la productividad caiga en general . La caída de la inversión se ha producido en todas las economías del G7 desde que la crisis del 2008. La inversión en I+D , aunque se ha mantenido en los últimos años bastante estable, también ha caído en comparación a las tasas anteriores a la recesión.

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