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lunes, 3 de julio de 2017

LA FORMACION PROFESIONAL DUAL EN ALEMANIA




El 1 de agosto es una fecha importante en Alemania: la mayoría de las empresas de todo el país abren ese día el plazo para que los jóvenes presenten sus solicitudes para conseguir una plaza de formación profesional (FP) dual. Se trata de un sistema en el que los alumnos, a la vez que aprenden una profesión en una escuela, trabajan en una empresa o en la Administración y cobran un salario desarrollando esa profesión.

En la sede de Hamburgo de la compañía Still –cuarto fabricante de maquinaria del país, solo por detrás de Bosch, Thyssen y Siemens– ese primer día de agosto reciben más de 3.000 solicitudes para ocupar una plaza de formación dual. Pero solo cogerán a 65 jóvenes.

Y esta avalancha de candidatos, solo factible en España en casos de oposiciones para un empleo público, no solo ocurre en los grupos industriales. Cerca de la sede de Still, en el centro de Hamburgo, sucede lo mismo en la aseguradora HanseMerkur, una compañía con 1.300 trabajadores que cada año recibe unas 1.000 solicitudes para 15 plazas de FP dual.

EL IMPACTO EN LAS COMPAÑÍAS

El 21% de las compañías alemanas participa en el sistema de formación dual, capacitando a más de medio millón de nuevos aprendices cada año, según datos de la Oficina Federal de Estadística alemana. Estas empresas incorporan aproximadamente al 66% de sus aprendices a sus plantillas una vez han superado con éxito el periodo formativo y el examen final. La inversión media en cada uno de estos aprendices es de 18.000 euros por año (casi siete de cada diez de estos euros van al pago del salario del joven). Si bien, las compañías calculan que aproximadamente el 76% de esta inversión se amortiza a través de la propia aportación productiva del alumno durante los periodos en los que trabaja en la empresa.

Exigencias a las empresas. Las compañías deben contar con, al menos, un formador acreditado oficialmente, que será el responsable de monitorizar a los aprendices. Las Cámaras de Comercio e Industria (para las titulaciones industriales) y las de Artes y Oficios (para las relacionadas con los servicios) son las encargadas de ejercer el control más directo sobre las empresas, todas ellas afiliadas de forma obligatoria a estas instituciones. Por eso, los representantes de las Cámaras son los encargados de cerciorarse de la idoneidad de las sociedades que empiezan a formar a aprendices. Y también controlan que los empleos se correspondan con lo que exige la formación. No obstante, si la empresa no cumpliera con sus obligaciones, solo el Instituto de Formación Profesional de cada estado federado puede retirarle la licencia para tener aprendices de formación dual y mediante un proceso judicial.


DE EMPLEADA PRECARIA EN LLEIDA A 'AZUBI' EN HAMBURGO

María Guárdia es una joven de Lleida de 31 años. Hace cuatro años vivía en su ciudad natal y por entonces, 2013, España atravesaba por uno de los peores momentos de la crisis. Se había licenciado en Económicas, pero solo había conseguido “alternar periodos de paro con algunas prácticas poco o nada remuneradas o trabajos precarios nunca relacionados con lo que había estudiado”, dice.

Un día, por casualidad, vio un anuncio en el que la Cámara de Comercio de la ciudad alemana de Hamburgo buscaba jóvenes españoles recién salidos del instituto para hacer formación profesional dual en esta ciudad. No era el caso de María, que ya era licenciada, pero tenía un título básico de alemán (B1) y decidió solicitar una plaza. Tenía entonces 27 años y le comunicaron que había sido aceptada para cursar una plaza de FP dual en Comercial de Seguros y Finanzas. Al mismo tiempo, trabajaría en la aseguradora HanseMerkur, en Hamburgo. Una compañía con 1.300 trabajadores. Ya era oficialmente una azubi, que es como se conoce en Alemania a los aprendices de FP dual. Cobraría 800 euros y trabajaría ocho horas al día, pero empezaba lo difícil. María recuerda que comenzó un 1 de agosto de hace cuatro años, “con mucha más exigencia que a la que estaba acostumbrada”.

Tras tres años de semanas trabajando en todos los departamentos de la compañía y otras semanas asistiendo a la Escuela Profesional de Seguros, banca y derecho, además de superar constantes cursos de alemán, esta joven aprobó el título de Comercial de Seguros. Y pasó directamente a formar parte de la plantilla de HanseMerkur, junto con la mayoría de los otros 17 azubis que estudiaron con ella en la compañía.

En el caso de María, la nota que sacó en el examen final (un 2) determinó que su contrato fuera indefinido. Si hubiera sacado un 3, el contrato habría sido por un año, y si hubiera obtenido un 1, además de un contrato fijo habría tenido una compensación económica.


Tras “superar mucha oscuridad”, y no solo por los cielos nublados que suele tener Hamburgo, María está muy contenta de haber participado en este programa –que en 2017 ya no existe– y, delante del jefe de personal de su empresa, Lars Lange, asegura que no planea volver a España. “Ahora siento que puedo devolver a la compañía lo que ha invertido en mí”; aunque precisa que “las dos primeras semanas pierden algo de tiempo contigo, luego ya les quitas trabajo”.

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